El Seminario Diocesano de Jaén acogía el pasado lunes, 17 de noviembre, el encuentro de formación del clero diocesano de Jaén.
Teniendo en cuenta la celebración en 2015-16 del Año de la vida Consagrada, este encuentro se centraba en el tema y se organizaba conjuntamente con CONFER Jaén.
Dicha jornada, convocada por la Delegación Episcopal del Clero que dirige el sacerdote D. Juan Arévalo, comenzaba con la eucaristía presidida por el Sr. Vicario General, D. Francisco Juan Martínez.
«Como la Iglesia de Efeso, nosotros también trabajamos, pretendemos ser fieles, pretendemos ser constantes en la misión que se nos ha encomendado. Pero tenemos que ser conscientes también de ese constante peligro de entibiarnos, de enfriarnos, de volver nuestro ministerio o en una inercia o en un funcionariado tibio que quizás añore el recuerdo de ese amor primero y cálido que dio sentido a nuestra vida, que nos empujó a renunciar a muchas cosas de este mundo para ganar otras. Por eso es necesario, como parte de nuestra formación permanente, profundizar en ese amor para que sea nuestro testimonio más claro como dice el Papa en Evangelii Gaudium (121). Pero creo que a la vez tenemos que dejarnos todos interpelar por Jesús».
«Si en nuestra intimidad, en la oración, en la eucaristía, en la meditación, abrimos nuestro corazón a la voz del Espíritu, sin duda alguna, nacerán de nosotros retos, propuestas, desafíos, tareas pendientes y objetivos, que al Señor le gustaría que diésemos sentido con nuestro trabajo. Un trabajo sencillo y humilde, sin pretender grandes logros. El Señor nos llama a tomar parte en los duros trabajos de Evangelio, según las fuerzas que Dios nos dé».
Tras una breve presentación de la hermana Cristina González Carrasco, la religiosa de la Congregación de la Asunción comenzaba su conferencia «Un camino de comunión, sabiduría y profecía».
«Al hablar de la vida consagrada hoy, somos todos conscientes de la multiplicidad de cambios que la misma está experimentando dada también la multiplicidad de transformaciones que se están produciendo en nuestro mundo, y esto a todos los niveles. Desde un punto de vista de la historia del mundo, de la historia de la vida religiosa, de la cultura, de la política… todo parece ya pasado. Estamos en una especie de caos existencial y cultural, en un cruce de caminos. Y esto parece normal porque el universo simbólico que ha servido de apoyo a nuestra cultura está como viniéndose abajo. Pero una situación de caos no es solamente una situación de oscuridad y de vacío. Incluso si la situación es grave, Dios está ahí conduciendo a su pueblo, poniendo orden, dándole la luz (Génesis 1…) Dios está siempre creando y recreando y abriendo nuevas posibilidades a la humanidad. En este momento nos guía en nuestra búsqueda de un nuevo mundo simbólico para ayudar a nuestros pueblos, a nuestras sociedades a superar la crisis de identidad en la que nos encontramos», aseguraba.
«La consagración en la vida religiosa es un don de Dios y nuestra respuesta compromete toda nuestra persona. Lo que conocemos como los tres votos es una manera de expresar lo que Dios nos concede vivir: Escucha, Israel: El Señor tu Dios es solamente UNO. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Dt 6, 4-7)».
Tras un breve descanso, la jornada continuaba con un espacio de diálogo con la ponente y un turno de ruego y preguntas.