El pasado martes, 23 de diciembre, tuvo lugar la tradicional felicitación navideña presidida por el Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo López.
A las 12 de la mañana comenzaba la liturgia de la Palabra en la Capilla Mayor del Seminario Diocesano.
Este año, dos consagrados eran los encargados de felicitar al Sr. Obispo en nombre de toda la Diócesis. «Las comunidades religiosas nos unimos a toda la diócesis, le felicitamos cordialmente y le deseamos unos santos y felices días de Navidad. Y nos felicitamos por tenerle entre nosotros, al frente de nuestra Iglesia de Jaén, y queremos agradecerle su cercanía y sencillez, su comprensión y acompañamiento en especial en este año de la Vida Consagrada. Ayúdenos, a vivir despiertos al mundo, no deje que nos durmamos o que disminuya nuestra alegría. Estamos seguros que a su lado seremos alegres profetas de la Iglesia».
Por su parte el Sr. Obispo afirmaba que «son muchos los que unen a la Palabra Navidad: días de familia, de especial alegría, de regalos. Para el cristiano, además, la primera Navidad, en Belén, no ha pasado y seguimos celebrándola con alegría interior. Ciertamente Belén es la escuela donde aprendemos la verdadera alegría, porque en Jesús Niño, nacido de la Virgen María, nos encontramos con el inmenso amor de Dios por nosotros. Sólo, sin embargo, quien pasa por la experiencia de que Dios se hace presente en su vida, podrá acercarse, con verdadero sentido, al misterio de la Navidad. A quien recibimos, en efecto, es a un Dios cercano que calienta nuestro corazón y responde a los anhelos más profundos de nuestro ser. Navidad es tocar con la mano la bondad de Dios y acogerle, con un corazón de niño»,
Asimismo, hizo hincapié en el Año Jubilar Teresiano y la devoción de Santa Teresa por el Misterio navideño. «En este Año Jubilar de Santa Teresa, que estamos celebrando imitamos también la devoción que ella profesaba al Misterio navideño. Enlazaba su devoción con la cercanía a la humanidad de Cristo y a su amor entrañable a las imágenes del Niño Jesús que pueblan sus Carmelos con nombres cariñosos. Más allá del sentido folklórico conventual, para ella la Navidad era el misterio de la condescendencia divina, manifestada en la humanidad sacratísima de Cristo. Belén hace referencia, según sus escritos, a una pobreza que hay que imitar (Camino, 2, 9; Fundaciones 3, 13; 14, 6). Junto al Niño Jesús. Teresa de Jesús descubre y celebra también el misterio de la Virgen Madre y de san José (cf. 31, 2)».
«Para todos los diocesanos, particularmente a los aquí reunidos: ¡Feliz Navidad!», culminaba.