Círculo de Silencio y Red Jaén Ciudad Abierta, cumpliendo con su compromiso con los refugiados, se dieron cita como cada tercer martes de mes, en la Plaza de la Constitución de Jaén. En esta ocasión, reclamaban el derecho de los refugiados a tener una protección humanitaria y a que no se vulneren los derechos humanos de estas personas.
Alrededor de unas velas, situadas en el suelo, se congregaron casi medio centenar de personas que reclamaban, una vez más, derechos para los migrantes, en especial los que se hacinan en el campamento de refugiados de Calais, a la espera de una vida más digna.
En esta ocasión, El Círculo de Silencio quiso expresar, a través de un performance, la realidad inhumana que viven estas personas migrantes acampados a la intemperie en Calais, a la vez que mostraron de qué manera ven esa misma realidad familias acomodadas a través de lo que muestran los Medios de Comunicación, en concreto de la televisión. El teatro fue mostrando como con la colaboración de todos, y la mano tendida a los hermanos que lo pasan mal, se pueden eliminar los muros, en pro de una sociedad más igualitaria.
Como es habitual se leyó un manifiesto bajo el título, «Calais: ¿protección humanitaria? No. Vulneración de Derechos», en el que se decía: «La historia se repite una y otra vez, cada vez que se levanta un muro, una frontera, una valla…, para impedir el paso de las personas migrantes y refugiadas hacia un futuro mejor; se vulneran sus derechos, se les aboca a la indigencia, al abuso, al sufrimiento. Es el símbolo más inhumano, pues representa el egoísmo de unos sobre otros, la opresión del poderoso sobre el débil, la negación de la fraternidad entre los hombres. Un muro es una forma de violencia invisible que golpea sin piedad».
Tras la lectura del manifiesto, los participantes en este Círculo caminaron en silencio para meditar las palabras del manifiesto y como signo de apoyo a estas personas migrantes que malviven en campos de refugiados, que pierden la vida en el mar, en busca de una Ítaca a la que nunca llegan. Posteriormente, algunos de los congregados quisieron poner de manifiesto sus opiniones en voz alta. En todas ellas se pedía que no se levanten más muros que dividan: recordando los levantados en territorio palestino, en Ceuta, en los territorios marroquíes o el que se planea construir en México por parte del nuevo Gobierno americano. A la vez que mostraron su apoyo a las personas que sufren el drama de la inmigración.
El acto concluyó con música, la de canción para los refugiados, compuesta por el cantautor de Torredonjimeno, Paco Damas.
Texto íntegro del Manifiesto:
CALAIS: ¿PROTECCIÓN HUMANITARIA? NO.
VULNERACIÓN DE DERECHOS.
La historia se repite una y otra vez, cada vez que se levanta un muro, una frontera, una valla…, para impedir el paso de las personas migrantes y refugiadas hacia un futuro mejor; se vulneran sus derechos, se les aboca a la indigencia, al abuso, al sufrimiento. Es el símbolo más inhumano, pues representa el egoísmo de unos sobre otros, la opresión del poderoso sobre el débil, la negación de la fraternidad entre los hombres. Un muro es una forma de violencia invisible que golpea sin piedad.
Este es el caso del asentamiento de migrantes y refugiados situado en la ciudad francesa de Calais, desde donde esperan alcanzar su pase al Reino Unido. Es la mal llamada “jungla de Calais”, pues en realidad no es una “jungla”, es un comunidad organizada de manera solidaria, aunque en condiciones muy difíciles, donde conviven familias, mujeres y niños, para resistir y encontrar una salida frente a los que quieren bloquear su camino.
Muchos contemplan los acontecimientos a través de los medios de comunicación, que hablan de “miles de personas asentadas“, de “asalto a la valla”, o del número de muertos al tratar de cruzar el muro. A veces se percibe con cierta lástima, pero la mayoría con miedo, por el temor a una “invasión”.
El pasado 24 de Octubre las autoridades franceses decidieron desalojar este campamento donde permanecían unas 8.000 personas, las cuales fueron realojadas en centros de acogida por todo el país, únicamente los menores con familias residentes en el Reino Unido fueron enviados allí. Esta medida no soluciona verdaderamente la situación, únicamente lo aplaza en el tiempo; si no se les permite viajar legalmente al Reino Unido, lo más probable es que nuevos asentamientos reaparezcan e intenten cruzar por el Canal de la Mancha de un modo aún más peligroso.
Esta es la realidad que acontece junto a muros levantados en todo el mundo: En el que se levanta entre Méjico y Estados Unidos, en las fronteras de Ceuta y Melilla, en las levantadas al interior de Europa: Grecia, Hungría, Serbia, Austria…; en la frontera que supone el Mediterráneo desde las costas de Libia o Turquía. Cuanto más infranqueables física y legalmente son, más proliferan las mafias y la trata de personas, más mortíferas son las rutas alternativas para migrantes y refugiados, mayor el sufrimiento, el dolor y la muerte para ellos.
Sin embargo, en torno al muro, la vida tiende a resurgir. A pesar de que a las personas migrantes se les empuja hacia atrás, se les encierra, se les expulsa, se les maltrata, para disuadirles de su empeño de atravesar la frontera, una fuerza insospechada les impulsa a seguir: la esperanza de una vida mejor para ellas y para sus familias. A esta fuerza se une la solidaridad de tantas personas que creemos que no somos diferentes, y que la llegada del que viene de fuera, obligado a emigrar, no es un problema a resolver, sino una oportunidad de crecer como humanidad.
Por muy indiferentes que seamos, ellos seguirán viniendo, de una forma u otra, ya están entre nosotros. Su presencia no es virtual, ni a través de la pantalla, su VIDA es REAL, y estamos llamados a compartirla, la suya y la nuestra.
Círculo de Silencio. Red Jaén Ciudad Abierta
Noviembre de 2016.