Pontifical en El Rocío

Un año más, Solemne Pontifical de Pentecostés el domingo, en la plaza del Real de la Aldea del Rocío. Con esta eucaristía se cierra el tiempo de Pascua; estará presidida por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo Vallejo, y oficiada por el Obispo de Huelva, D. José Vilaplana, y el Obispo emérito, D. Ignacio Noguer, con los que concelebrarán los capellanes de las distintas hermandades. Durante la misa, en el ofertorio, se ofrecerá el cirio que ha estado junto a la Virgen en la novena, invitando a la donación de órganos, como un gesto solidario a favor de la vida.

Acabada la celebración, todo un mar de gallardetes, estandartes y guiones se desparraman por las calles de la Aldea hacia sus casas de hermandad. Convivencia, alegría y hermandad no faltan en esa mañana de Pentecostés. En la noche del domingo tiene lugar el Santo Rosario en la explanada de "El Eucaliptal", donde van llegando los estandartes de cada Hdad. acompañados por miles de romeros. La noche se llena de avemarías y salves y una letanía, entre luminarias y titineos de campaniles, inunda el aire trémulo de la madrugada. Ya no habrá sosiego, el Simpecado Almonteño se encamina lentamente a la Ermita, donde no cabe un alfiler. Los almonteños cuentan los minutos para sacar en procesión a su Patrona.

Esta romería, una fiesta de carácter religioso sin precedentes en la historia de la mariología moderna, es la fiesta principal dedicada a la Virgen del Rocío. Comienza el sábado vísperas de Pentecostés, a las doce de la mañana, con la presentación de las Hermandades Filiales en riguroso orden de antigüedad ante las puertas del Santuario, donde una nutrida representación de la Hdad. Matriz de Almonte con su Presidente, Hermano Mayor y Alcalde de la villa las van recibiendo. Cada una de estas Hermandades detiene brevemente su carreta de Simpecado mirando a la puerta principal del Santuario, entonándose algún cántico dedicado a la Virgen. Los Romeros a pie, a caballo o en carretas engalanadas y tiradas por mulos o bueyes van desfilando, culminando así el final del camino, difícil y duro a veces, por los viejos y polvorientes senderos de siempre. Este desfile colorista, emotivo y solemne a la vez, impregnado de polvo, sudor y fe, es quizás, uno de los momentos más espectaculares de la Romería. Bien entrada ya la noche las Hermandades más recientes ponen el broche final a esta caravana humana que como éxodo quieren rendir pleitesía a la Madre de Dios.

En la noche del domingo tiene lugar el Santo Rosario en la explanada de "El Eucaliptal", donde van llegando los estandartes de cada Hdad. acompañados por miles de romeros. La noche se llena de avemarías y salves y una letanía, entre luminarias y titineos de campaniles, inunda el aire trémulo de la madrugada. Y, en esa hora imprevista de cada año, los almonteños saltan la reja para tomar a la Virgen e iniciar la procesión que recorrerá las calles de la aldea devolviendo la visita a las hermandades, una por una, entre las campanas alegres que no dejan de sonar y una algarabía de vivas, pétalos de rosas y plegarias a la Virgen.

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