El pasado domingo, tercero de Pascua, la Diócesis celebró, en el Santuario de Nuestra Señora del Rocío, la Pascua de la Familia.
La Parroquia de Almonte fue la encargada de la acogida, con la estimable colaboración de la Hermandad Matriz de la Virgen del Rocío de Almonte y las Hermandades de Moguer y Huelva, que cedieron sus casas para la comida de fraternidad.
En la Eucaristía, que dio comienzo a las 12 del mediodía, nuestro obispo, José Vilaplana, animó a los presentes a vivir, como los discípulos de Emaús que desanimados regresan a su aldea, dejando a la comunidad y abandonando la ilusión que el proyecto de Jesús en ellos había creado, la experiencia de que en el camino, Jesús resucitado se hace presente.
Desde ahí lanzó una llamada a las familias congregadas: ¡Familias, caminad siempre con Jesús Resucitado!. Él será para siempre para vosotros fuente de alegría, dentro de vuestros hogares estará siempre esa presencia transformadora que nos saca de nuestros desánimos y nos devuelve a la comunidad y a la misión.
En segundo lugar, el obispo, subrayó la expresión de San Pedro: “Dios resucitó a este Jesús y todos nosotros somos testigos”, exhortando a que las familias cristianas testimonien a Cristo resucitado en medio de este mundo, de las tres maneras que el relato de Emaús nos sugiere:
1. Que la Palabra de Dios esté siempre presente en nuestros hogares y no como un libro en la estantería sino como Aquel, entorno al cuál nos reunimos y descubrimos su palabra que anima nuestro corazón.
2. Participando en la Eucaristía, en la fracción del pan, que es siempre el momento en el que se nos abren los ojos para reconocer esa presencia real del Señor en medio de nuestra comunidad y, por tanto, en medio de nuestra familia.
3. Finalmente, mirando a Jesús, que se esconde detrás del hermano como un peregrino más. Para crecer en la capacidad de acoger al hermano. Siendo, así, acogedoras de las familias que en nuestro entorno están especialmente afectados por la crisis; acogedoras de los jóvenes que nos visitan como peregrinos con motivo de la JMJ; y acogedoras unas de otras para caminar juntas como Iglesia.