Este pasaje del Evangelio de Lucas (3, 10-18) nos presenta a Juan Bautista ofreciendo respuestas concretas sobre cómo vivir una conversión auténtica. A la multitud, les enseña que deben compartir lo que tienen con los necesitados, mostrando que la conversión implica justicia y caridad en la vida cotidiana. A los publicanos les pide no cobrar más de lo establecido, y a los soldados les ordena no extorsionar ni abusar de su poder, sino contentarse con su salario. Así, Juan subraya que la verdadera conversión afecta a todas las áreas de la vida, desde las relaciones con los demás hasta la manera de actuar en el trabajo y el ejercicio de autoridad.
Cuando el pueblo se pregunta si él es el Mesías, Juan se define como el precursor, señalando que el verdadero Mesías vendrá a bautizar con el Espíritu Santo y con fuego, trayendo una transformación profunda en el corazón humano. Esta venida también implica un juicio final, donde los justos serán separados de los injustos, representados en la imagen del trigo y la paja.
El mensaje de Juan, aunque desafiante, es una llamada de esperanza: la conversión trae consigo la salvación que Cristo ofrece. En este tiempo de Adviento, se nos invita a prepararnos para la llegada de Cristo, viviendo según los valores del Reino de Dios, con justicia, generosidad y un compromiso profundo con los demás.
Delegación Diocesana para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado
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