Cristo de la Redención (hacia 1700)

Cristo de la Redención (hacia 1700)

Una representación simbólica de la Redención por la sangre del Hijo de Dios es el tema de Cristo Mediador o Cristo de la Redención. Jesús aparece arrodillado sobre la cruz, coronado de espinas, sangrando abundantemente por sus cinco llagas y rodeado de las arma Christi, los instrumentos de la pasión: la jarra de Pilato, la columna, el flagelo, los tres clavos, la lanza, el martillo, las tenazas y los lienzos del descendimiento. En sus manos porta el orbe abrazado por las bandas de la salvación, coronado por la cruz. De sus labios brota la plegaria que se eleva al Padre: “Pater, ignosce isti quia insipienter egit”, “Padre, no se lo tengas en cuenta, porque obró neciamente”. Se trata, pues, de una síntesis plástica de la obra redentora de Cristo, que ofrece su sangre al Padre, intercediendo por el hombre pecador. En el extremo de la diagonal compositiva, Dios Padre, en un rompimiento de gloria, acepta la ofrenda sacrificial de su Hijo, con el gesto de bendición.

La súplica al Padre es una paráfrasis de la primera palabra de Cristo en la cruz: Pater, dimitte illis: non enim sciunt quid faciunt ( Lc 23, 34). En ciertas versiones latinas de la Biblia se lee: ignosce, en lugar de dimitte. Pero el texto de la filacteria del cuadro aparece gramaticalmente dividido en dos hemistiquios, que puede haber sido formado por dos frases de distinto origen. El primer hemistiquio, Pater, ignosce isti, puede haber sido tomado del Sermón 16a de San Agustín: Pater, ignosce illi, quia nescit quid dicat[1]. El segundo, Quia insipienter egit parece tomado de I Cro 21, 8: Aufer iniquitatem servi tui quia insipienter egi.

El iconólogo Interian de Ayala sitúa esta representación entre las “imágenes sagradas que excitan la piedad, aunque no sean tomadas claramente del Evangelio, ni de la Sagrada Escritura; y asimismo otras, que no tanto contienen algún pasage de Historia, quanto aluden á una piadosa significación”: “Vemos algunas veces pintado á Jesu-Christo despojado de sus vestiduras, maltratado con los azotes, coronado de espinas, abiertos sus brazos, y que sentado así sobre una piedra está mirando al Cielo. ¿Quién ignora que semejante modo de pintar á Christo carece de fundamento claro, y que esté ciertamente apoyado en el sagrado Evangelio? Sin embargo, ¿quién podrá dudar que es piadosa esta manera de pintar, y representar al Señor? Pues con esto solo intentan significarnos los Pintores, el sumiso, y ardiente ofrecimiento, que hizo Jesu-Christo á su Eterno Padre de su Pasión, de su excelente obediencia, y de su excesiva caridad, y amor para con el género humano, a fin de encender más, y más nuestros corazones al debido agradecimiento de tantos beneficios. […] De esta misma clase es otra Pintura en la que vemos a Christo todo llagado, y coronado de espinas, y que hincado de rodillas sobre la misma Cruz, está ofreciendo a su Eterno Padre el Mundo entero en figura de un globo. […] Es constante, que Christo Señor nuestro en el discurso de toda su santísima vida, y particularmente en su sacratísima Pasión, ofreció sus ruegos, y lágrimas a su Eterno Padre, diciendo el Apóstol: ‘El qual en los días de su vida, ofreciendo con gran clamor, y lágrimas sus ruegos, y súplicas al que podía librarle de la muerte, fue oído por su reverencia’ (Heb 5, 7)”[2].

Versiones de este tema, basados posiblemente en un mismo grabado, pueden verse en distintos puntos de España. En Granada, pinturas en la iglesia de San Ildefonso y convento de San Antón, relieves en retablos de Santa María de la Alhambra y en las Angustias[3]. En Salamanca, en el Museo de Salamanca, en la clausura de las Agustinas Recoletas y en las Carmelitas Descalzas de Alba de Tormes[4]. En Madrid, en San Francisco el Grande. En Cuenca, en las Carmelitas Descalzas[5]. En el Museo Catedralicio de Segorbe. En Valladolid, en la iglesia conventual de San Pablo, Porta Coeli y Parroquia de San Andrés, con varias versiones escultóricas[6].

Se encuentra en el muro de la nave del evangelio de la parroquial de Trigueros, junto a la puerta de los pies, sobre la pila de agua bendita. Figuró en la Exposición “Ave verum Corpus. Cristo Eucaristía en el arte onubense”, 2004[7].

                                                                                                      Manuel Jesús Carrasco Terriza


[1] SAN AGUSTÍN, Sermón 16a, PL 46, 902.

[2] INTERIAN DE AYALA, Juan, Pictor christianus eruditus, Madrid, 1730. Traducción de Luis de Durán, El pintor christiano, y erudito, Madrid, Joachin Ibarra, 1782, cap. X, pp. 87-88

[3] MARTÍNEZ MEDINA, Francisco Javier, Cultura religiosa en la Granada renacentista y barroca. Estudio iconológico. Granada, Facultad de Teología – Universidad de Granada, 1989, págs. 311-312, láms. CXLIII-CXLIV.

[4] MONTANER LÓPEZ, Emilia, «‘Piadosas significaciones’ en la devoción postridentina», en Cuadernos de Arte e Iconografía. Actas del Primer Coloquio de Iconografía , Madrid, 1989, t. II, núm. 4, págs. 36-42.

[5] JIMÉNEZ MONTESERÍN, Miguel, “Cristo ofrece al Padre su pasión redentora”, en Id. Id. y MALABIA, Vicente Callada belleza. Arte en las clausuras de Cuenca, 2007-2008, pp. 167-169.

[6] JUÁREZ DOMÍNGUEZ, Francisco Javier, blog de miércoles, 2 de diciembre de 2020.

 http://gloriasdevalladolid.blogspot.com/2020/12/santisimo-cristo-del-perdon-i-de-su.html.

[7] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, “Cristo de la Redención”, en Ave verum Corpus. Cristo Eucaristía en el arte onubense, Córdoba, Cajasur, 2004, pp. 174-175.

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