Un deseo permanente en el corazón humano

Con motivo del Día del DOMUND.

“QUEREMOS VER A JESÚS” (Jn 12,21)
UN DESEO PERMANENTE EN EL CORAZÓN HUMANO
CON MOTIVO DEL DÍA DEL DOMUND

La petición de los griegos expresada en el evangelio de San Juan revela, como pocas, el deseo permanente que se esconde en el corazón humano. El hombre quiere ver a Jesús, quiere descubrir en su vida a Aquel que da respuesta a los grandes interrogantes de la condición humana, al que es capaz de colmar el deseo de plenitud al que aspira todo hombre.

Es Felipe, uno de los discípulos, el que hace de mediación para hacer llegar el deseo de aquellos hombres a Jesús, pero no va sólo, asocia a su encargo a otro discípulo, Andrés. Este texto evangélico nos lleva al corazón de la misión evangelizadora de la Iglesia. Los hombres quieren ver a Jesús, para ello se acercan a nosotros, los discípulos; esperan de los discípulos del Señor que los acerquemos a Él. Nuestra misión es acercar a los hombres a Jesús.

Pero aquellos peregrinos llegados a Jerusalén le dicen a Felipe que quieren ver a Jesús; esto es, que no basta que hablemos de Jesús, que hemos de hacerlo, sino que hemos de invitar y acompañar a los hombres que buscan hasta el mismo Jesús. La fe no es sólo saber sobre alguien, sino encontrarse con ese alguien que va a cambiar radicalmente mi vida; no se cambia por el saber sino por el encuentro con el otro. Cristo es el que cambia.

Cada año, cuando llega el mes de Octubre, puesta en marcha la vida pastoral de nuestras iglesias, se renueva el espíritu misionero, esencia de la misma vida cristiana. La Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND) nos recuerda que la Iglesia es misión, que la vida cristiana es misión. La misión de Cristo que continúa en la Iglesia, Cuerpo del  Señor y Sacramento universal de salvación para el mundo. El debilitamiento del espíritu misionero es signo de la falta de vitalidad de la Iglesia. Iglesia viva es igual a espíritu misionero.

El Papa Benedicto XVI, en su mensaje misionero para este año nos recuerda que el Domund es “la ocasión de renovar el compromiso de anunciar el evangelio y de dar a las actividades pastorales un aliento misionero más amplio”. Cuando nos hacemos conscientes del don de la fe que hemos recibido, no podemos sino propiciar que ese don llegue también a los demás; el mundo se hace pequeño cuando nace en nosotros la pasión por anunciar a todos los hombres, sin excepción, a Cristo Señor y Salvador de mundo.

Vivimos en occidente un proceso de secularización que hace que muchos de los bautizados no tengan en cuenta a Dios en sus vidas; así las próximas generaciones no conocerán al Señor, por eso estamos empeñados en una nueva evangelización. Sin embargo, este hecho no puede ocultar la necesidad de la misión “Ad gentes”, es decir, que buena parte de los seres humanos que pueblan este planeta no han oído hablar nunca de Jesucristo ni de su salvación. Así, la primera evangelización sigue formando parte de la misión de la Iglesia, en la que todos estamos empeñados.

Os invito, queridos diocesanos, a renovar el espíritu misionero. Recemos por los que no conocen a Cristo y por los que dedican su vida a anunciar el Evangelio; trabajemos a favor de las misiones y colaboremos, en lo que esté en nuestras manos, en ayudar a las iglesias más jóvenes. Cada parroquia, cada comunidad y movimiento puede y deber llenarse de este espíritu misionero.

Os recuerdo, en palabras del Papa Pablo VI, que la evangelización es un acto de amor a favor de nuestros hermanos, ya que le damos lo mejor que tenemos, a  Jesucristo, vida y salvación  de los hombres.

En este mes de Octubre pedimos la protección de Santa María, bajo la advocación del Rosario, la Reina de las misiones. Que ella nos lleve a Jesús y nos introduzca en su misterio de amor, como hacemos al rezar el santo Rosario, meditación de los misterios de la vida del Señor, con el corazón y desde los ojos de la Virgen Madre.

Con mi afecto y bendición

+ Ginés García Beltrán
Obispo de Guadix

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