
La Iglesia en España celebra su Congreso de Vocaciones «¿Para quién soy?«, desde el viernes, 7 de febrero, hasta el domingo, día 9. El Congreso se celebra en el «Madrid-Arena» y se puede seguir en la página web del Congreso y en el canal de //www.youtube.com/@EpiscopalConferencia«>Youtube de la Conferencia Episcopal. Desde la diócesis de Guadix, ha viajado para participar en este congreso un grupo de 18 personas, de diferentes realidades pastorales y diocesanas, encabezados por el obispo, que también participa. Hay representantes del apostolado seglar, la familia, hermandades, vida consagrada, pastoral juvenil, Seminario, Comunidades Neocatecumenales, Cáritas, profesores de Religión, sacerdotes…
Los accitanos están participando en las distintas sesiones del Congreso y en los talleres organizados. También lo hacen en las celebraciones y en los momentos lúdicos, como el festival con el que ha terminado la segunda jornada. Este domingo termina el Congreso y emprenderán su regreso a la diócesis de Guadix.
La Asamblea Plenaria de la CEE encomendó la organización de este evento al Servicio de Pastoral Vocacional . La Conferencia Episcopal Española cierra, con este Congreso, su ciclo del Plan Pastoral que inició en 2021.
Día segundo. Cuatro itinerarios: Palabra, Comunidad, Sujeto, Misión
La jornada ha comenzado con la celebración de la eucaristía, presidida por Mons. Jesús Pulido, obispo de Coria-Cáceres.
A continuación, ha dado comiendo la sesión de la mañana con dos ponencias para todos los congresistas. En el pabellón Arena, Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología del Norte (Burgos), ha pronunciado la conferencia del itinerario Comunidad (descargar aquí); y en el pabellón Satélite, José Luis Albares Martín, profesor titular del Centro Universitario Cardenal Cisneros, en Alcalá de Henares (Madrid), ha pronunciado la ponencia en el itinerario Palabra (descargar aquí).
Por la tarde han intervenido María Concepción Isart Hernández, de la Universidad Católica de Valencia quien ha desarrollado el itinerario Vocación (descargar aquí); y en el pabellón Satélite ha intervenido María José Castejón Giner, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote que ha desarrollado el itinerario Sujeto (descargar aquí).
Itinerario Palabra
En el primer itinerario del Congreso de Vocaciones, José Luis Albares parte de la constitución dogmática Dei Verbum para identificar hasta quince arquetipos de llamada en la Sagrada Escritura
Dei Verbum establece que el Concilio busca exponer la doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión y este enfoque, señala Albares, se puede relacionar con el pasaje de Marcos 3, 13-14, donde se narra cómo Jesús llama a sus discípulos para que estén con él y los envía a predicar. Esta conexión, prosigue, nos permite reflexionar sobre el significado de «estar con Jesús», la transmisión de la revelación y la llamada vocacional.
De esta forma, el primer objetivo de los discípulos es «estar con él» (Mc 3, 14a), no solo como una cuestión de proximidad física, sino de una relación profunda y amistosa. La Dei Verbum describe la revelación como un «diálogo amistoso» donde Dios se revela a sí mismo y se comunica con la humanidad: «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor». La revelación, por tanto, es una invitación a una relación personal del hombre con el creador. La fe cristiana se basa en este diálogo, donde cada creyente es llamado a reconocer que «soy amado-llamado, por eso existo».
Al darse, la revelación no puede quedarse en la intimidad de una relación cerrada con Dios debe ser transmitida. Tomando nuevamente la autoridad de la Dei Verbum, afirma que Dios benignamente… dispuso que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre. De aquí, resulta fácil deducir que la misión de la Iglesia es evangelizar, llevando el mensaje de Cristo a todos los pueblos (Mt 28, 19). Desde esta perspectiva, la evangelización no trata solamente de la transmisión de doctrinas, sino de la presentación de Jesucristo, quien se hace presente en la historia. La misión de la Iglesia es, en este sentido, una expresión de la economía de la revelación.
La llamada de Dios es algo central en la experiencia cristiana. La Escritura reafirma esta percepción, pues está llena de relatos de vocación, donde Dios toma la iniciativa y llama a personas a cumplir una misión. Estos relatos siguen un patrón: una situación inicial, una manifestación de Dios, una respuesta de disponibilidad, una misión encomendada y, a menudo, una objeción por parte del llamado.
Itinerario Comunidad
Eloy Bueno de la Fuente ha señalado que hablar de comunidad en un evento sobre pastoral vocacional es «fundamental», ya que toda vocación cristiana es eclesial y la vida de la Iglesia se manifiesta como un dinamismo continuo de vocaciones. La vocación y la comunidad están intrínsecamente unidas, como lo expresa el papa Francisco: sin el «nosotros» que trasciende el «yo», la vida eclesial se fractura.
En este sentido, toda pastoral vocacional intenta salvar la distancia que las personas establecen entre la fe personal y la realidad de la comunidad eclesial. Si esto no ocurre se corre el riesgo de reducir la eclesialidad a un cumplimiento de normas o a la pertenencia a un grupo, en lugar de reconocer que la Iglesia es una realidad personal, en la que las relaciones son fundamentales.
Eloy Bueno establece que la Iglesia como ekklesía, es una comunidad de llamados, que existe gracias a la iniciativa de Dios y que, por tanto, antecede a la Iglesia y a cada creyente. Sin embargo, vocación y misión están íntimamente ligadas, pues ser cristiano implica una decisión consciente en respuesta a la gracia de Dios. Desde esta perspectiva, ha apuntado Bueno de la Fuente, el Bautismo no es solo un rito, sino el inicio de una vida que integra al individuo en la historia de amor de Dios con la humanidad.
En relación al Concilio Vaticano II, en el que se introdujo la noción de «Pueblo de Dios» y estableciendo y destacando la igualdad y dignidad de todos los bautizados, el bautismo implica que todos somos corresponsables de la misión de la Iglesia. La máxima expresión de la dignidad de cada bautizado se manifiesta en su participación activa en la vida de la Iglesia, que debe ser entendida como una «comunidad en salida, comprometida con el mundo».
Solo de esta forma, ha proseguido, la Iglesia superará la comprensión de sí misma como una entidad abstracta, pasando a realidad concreta, habitada por personas, cada una en su contexto específico. Dentro de esta variedad de circunstancias, las Iglesias locales cobran protagonismo erigiéndose como estructura básica de la Iglesia universal, donde cada comunidad, con su casuística, debe ser vista como un «nosotros» eclesial. Y todo ello sin olvidar que la familia, como «Iglesia doméstica», también juega un papel crucial en la transmisión de la fe y en la vivencia de la vocación.
La diversidad de vocaciones en la Iglesia debe ser entendida como algo que produce un enriquecimiento mutuo: cada miembro tiene un papel que desempeñar, y la comunidad debe fomentar un ambiente en el que se produzca el florecimiento de estas vocaciones. Siguiendo el hilo de la argumentación de Bueno de la Fuente, la pastoral vocacional debe ser transversal, integrando todas las dimensiones de la vida eclesial. Como ya se ha comentado anteriormente, el discernimiento comunitario es una cuestión esencial para identificar y promover vocaciones: la comunidad debe ser protagonista en este proceso, reconociendo que cada vocación surge en respuesta a las necesidades de la Iglesia.
Itinerario Misión
La ponencia correspondiente al cuarto y último itinerario del Congreso Nacional de Vocaciones 2025 ha corrido a cargo de María Consolación Isart. Ella ha comenzado su exposición destacando la pasión por evangelizar como aquello que nos apela e invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como cristianos. La pregunta inicial que surge es: «¿Por qué evangelizar?» La respuesta, a su juicio, es clara: la Iglesia tiene la obligación de anunciar a Jesucristo a todos los pueblos, tal como se nos recuerda en el mandato de Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio».
Sin embargo, pese a esta rotundidad evangélica es fundamental que cada uno de nosotros reconozca su papel como misionero. Isart ha citado una encuesta reciente que reveló que un 72 % de los católicos nunca había intentado hablar de su fe, lo que la ha llevado a cuestionarse si estamos contagiados por el relativismo que nos rodea.
La historia de la Iglesia nos muestra que la actividad misionera brota del dinamismo de la fe, donde la mayoría de los evangelizadores eran laicos. La evangelización se realiza en la cotidianidad, en el hogar, en el trabajo, y no necesariamente en grandes eventos. La pasión por evangelizar «surge de la experiencia personal con Cristo». «No es lo mismo —ha afirmado— haber conocido a Jesús que no conocerlo», y esta vivencia nos impulsa a compartirlo con otros. La Iglesia crece por atracción, y ahí es donde cada nuevo cristiano tiene la responsabilidad de transmitir su experiencia. La historia está llena de ejemplos de personas que, con poco conocimiento, lograron llevar a muchos a Cristo. Porque la evangelización no es un adorno para la vida, sino una responsabilidad ineludible. San Juan Crisóstomo nos recuerda que «¡Cristiano, tendrás que dar cuenta del mundo entero!».
También ha señalado que la evangelización se dirige especialmente a los jóvenes, quienes tienen el potencial de transformar la sociedad. Sin embargo, en este contexto es crucial que se les presente un «ideal atractivo». La educación en la oración es fundamental, ya que «no se puede dar a conocer a Dios únicamente con palabras», y hay que dar a los más jóvenes formas de conectarse con Dios y prepararles para llevar su mensaje a otros. Además de la oración, la acción emerge también como algo esencial, pues no basta con charlas y buenos consejos, sino que debemos «educar la voluntad de los jóvenes» para que actúen en consecuencia.
El acompañamiento, como se ha visto a lo largo de todas las ponencias, es otro aspecto clave. Como es sabido, el papa Francisco nos invita a ser «personas-cántaros» que den de beber a los demás, y en este sentido, la amistad es el medio más eficaz para llevar el amor de Dios a otros. Este apostolado se realiza uno a uno, con paciencia y respeto, siguiendo el ejemplo de Jesús. La evangelización no busca resultados inmediatos, sino que se basa en la confianza en que Dios actúa en cada corazón.
Por último, Isart ha concluido con mucho optimismo que la secularización del mundo no es irreversible. Si todos nos convertimos en apóstoles de apóstoles y forjamos una minoría santa, podremos transformar la sociedad, siendo testigos de la alegría que supone seguir a Jesucristo.
Itinerario Sujeto
María José Castejón Giner, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote ha desarrollado el itinerario Sujeto. María José Calderón ha puesto de manifiesto la importancia de ir formando personas que descubren su vocación como algo que configura su identidad personal. Según ha destacado, «deseamos suscitar la pregunta “¿Para quién soy?” frente a una cultura que promueve la idea del hombre sin vocación. Por ello resulta fundamental el discernimiento, la formación y el acompañamiento.
La vocación: es un camino de encuentro y comunión ya que desde el principio ya existía la Palabra. Este principio nos invita a explorar tres dimensiones fundamentales del sujeto de toda vocación: el yo, el tú y el nosotros. Estas dimensiones nos ayudan a profundizar en nuestra identidad, nuestra relación con Jesucristo y nuestra pertenencia a la comunidad de creyentes.
En la relación con uno mismo, el yo nos invita a mirar hacia dentro y reconocer que cada uno de nosotros es un sujeto de vocación, estamos «abiertos a la trascendencia». La dignidad humana y la vocación cristiana son resaltadas en la constitución Lumen gentium, que nos recuerda que «hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios». Esta conciencia de ser criaturas nos conecta con nuestra propia vulnerabilidad y, al mismo tiempo, con la sed de infinitud que nos impulsa a buscar a Dios.
En el encuentro con Jesucristo se da el tú, y se centra en la relación íntima con el Verbo. En fase más avanzada, este encuentro personal con Dios Trinitario nos invita a la conversión y a querer avanzar más en su conocimiento. De esta forma, «en el encuentro con el Tú amoroso de Dios» reconocemos nuestra identidad como hijos y hermanos, llamados a seguir las huellas de Cristo y a participar en su misión. Este encuentro transforma nuestra vida y nos convierte en testigos del amor y la misericordia de Dios.
Finalmente, está la dimensión del nosotros nos lleva a entender que nuestra relación con el tú nos conduce a una comunidad. «No estamos solos en nuestro camino espiritual; somos parte de un cuerpo más grande, el Cuerpo de Cristo», ha indicado. Esta comunión nos llama a vivir en solidaridad y amor mutuo, reflejando el amor de Dios en nuestras relaciones cotidianas. Del mismo modo, la fe en Jesucristo nos impulsa a generar relaciones nuevas basadas en el amor y la misericordia.
Participar en la vida de la Iglesia es una respuesta a la llamada a ser «apóstoles de las vocaciones». Esta invitación nos desafía a ser generadores de una cultura vocacional, donde cada uno de nosotros es mediador de vocación para otros. En este proceso, la provocación es esencial, ya que genera reacciones y preguntas que nos llevan a un encuentro con Cristo. De manera inevitable, «la experiencia personal de Dios» es fundamental asimismo, combinada con la experiencia comunitaria que nos invita a caminar junto a otros en la fe.
64 talleres y experiencias
Tras las dos ponencias, por la mañana y de la tarde, se desarrollan los 64 talleres, en torno a los cuatro itinerario: Palabra, Comunidad, Misión, Sujeto, en los que participan los más de 3000 congresistas asistentes.
A las diez de la noche ha dado comienzo el festival con la participación de Shemá Marta Mesa Hermanas Pobres de Santa Clara Musical Sueños de Toño Casado y Hakuna Group Music.
Tomado de www.conferenciaepiscopal.es