El autor del artículo, el sacerdote Leovigildo Gómez, afirma que “como tantos otros inventos, el móvil es un arma de doble filo: sirve tanto para el bien como para el mal”
El teléfono móvil (que en América Latina llaman celular) es, sin duda, uno de los inventos más importantes de la era moderna. Aunque su origen arranca hacia la mitad del siglo XX, su progresivo desarrollo ha sido tan rápido que actualmente se ha convertido en una herramienta indispensable para vivir. No sabemos el número total de móviles existentes en España; pero se sospecha que puede superar al de habitantes. Lo que sí sabemos, por la revista “Mundo Negro”, es que en Somalia (uno de los países más pobres de África) en el año 2012 había ya 5 millones y medio de móviles para una población de 10 millones de habitantes. Y también sabemos que, en una jornada sobre convivencia escolar, organizada por el Ministerio de Educación español el día 13 de octubre pasado, se afirmó que la existencia de móviles entre los niños está provocando un aumento considerable del llamado “acoso escolar”, cuyas consecuencias están siendo tan graves que se ha llegado hasta el suicidio de algunos.
Al margen de los datos oficiales, todos tenemos la experiencia de cómo se ha incrementado el uso de este medio. Vemos diariamente a numerosas personas que van por la calle “enganchadas” al móvil; que son frecuentes los grupos de chicos formando corro, pero cada uno con su teléfono; que muchas parejas caminan o están sentadas, pero hablando cada cual con el suyo; que no es raro que en el templo, durante la Misa, o el teatro, durante un concierto, suene una llamada. Y ya es habitual que en reuniones de todo tipo, algunos de los asistentes se ausenten repetidas veces de la sala para atender una llamada, que posiblemente no sea siempre tan urgente. Los sicólogos hablan ya de una auténtica “adicción” al móvil, como la que existe al tabaco o al alcohol.
Este éxito se explica porque, a la ventaja que supone la telefonía sin hilos, hay que añadir que la industria del móvil ha progresado tanto en el siglo XXI, que un pequeño aparato puede prestar otros servicios tan valiosos como: cámara de fotos, conexión a Internet, consola de video-juegos, agenda electrónica, reloj despertador, calculadora, micro-proyector, radio portátil, GPS, etc. Como ejemplo de su rápida difusión sirva el dato de que en la provincia de Zamora, una encuesta revela que 3 de cada 4 personas afirman que no podrían vivir sin el móvil. El culmen de este desarrollo es el fenómeno reciente del “Pokémon Go”, que está causando crisis de ansiedad y hasta un verdadero peligro para la circulación y la convivencia social.
Como tantos otros inventos, el móvil es un arma de doble filo: sirve tanto para el bien como para el mal. Para utilizarlo debidamente, los especialistas ofrecen una serie de consejos, a los que nos referimos seguidamente.
Con respecto a las personas mayores, la cuestión es sencilla y depende, sobre todo, de nuestro sentido común. He aquí algunas de las sugerencias que se nos hacen:
* Apagar el móvil cuando nos incorporamos a una reunión oficial: conferencia, concierto, acto corporativo, templo… (Recordemos que “para hablar con Dios no hace falta el teléfono”).
* Restringir el uso del móvil a comunicaciones necesarias y útiles, evitando dar excesivo espacio a cuestiones frívolas o de mal gusto (¡cuidado con los whatsapp!).
* No dejarnos dominar por las “máquinas”. Recuerdo a este propósito una frase, ciertamente dura, de Alberto Einstein: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. Si eso ocurre, el mundo sólo tendrá una generación de idiotas”.
Y con relación a los menores, sabiendo que (según la directora de la Agencia Española de Protección de Datos) en España la penetración de teléfonos inteligentes, en este sector de la sociedad (los menores de edad) es la más alta de Europa (81%), relaciono algunos de los “consejos” que dan los especialistas:
* Reduzca poco a poco el uso de móviles y tabletas en sus hijos; y ayúdeles a utilizarlos con sentido común.
* Si su hijo tiene de 10 a 13 años, controle el uso del móvil de cerca; y haga todo lo que pueda. (Cita literal).
* La Policía tiene una postura clara: Los menores de 14 años no deberían tener móvil. La experiencia demuestra que, antes de esa edad, puede ser perjudicial. Si, además, el móvil tiene acceso a Internet, los perjuicios pueden ser mayores.
Si ponemos en práctica estas sugerencias, tomadas -repito- de personas con autoridad sobre la materia, el teléfono móvil será un elemento más para nuestra utilidad y nuestra pacífica convivencia.
Leovigildo Gómez Amezcua
(Publicado en Guadix a mano, en Agosto de 2016)