El obispo de Guadix asistió, el pasado sábado 9 de noviembre, en la Catedral de Sevilla, a la beatificación del padre José Torres Padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz. D. Francisco Jesús Orozco concelebró, junto a otros obispos, en la Eucaristía, que estuvo presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y que fue concelebrada, entre otros prelados, por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, el nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza; los obispos auxiliares de Sevilla, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia; y 17 obispos llegados de algunas de las diócesis donde se encuentran las 53 comunidades de hermanas de la cruz. Además, han participado representantes del Cabildo Metropolitano, 213 sacerdotes, 27 diáconos y 84 seminaristas.
La emoción presidió una celebración que tuvo como primer momento significativo el descubrimiento del cuadro en el Altar del Jubileo con la imagen del nuevo beato, obra del pintor Raúl Berzosa. Posteriormente se trasladaron las reliquias del padre Torres Padilla al presbiterio, en unas andas portadas por cuatro hermanas de la cruz. Naturalmente, el instituto que fundaran el nuevo beato y santa Ángela de la Cruz participó en la misa con una multitudinaria representación, con la madre general, sor Reyes María de la Cruz, al frente.
“Un sacerdote siempre fiel”
El cardenal Semeraro comenzó su homilía con una referencia a san Isidoro de Sevilla y la alusión al santoral de hoy: la dedicación de la basílica de san Juan de Letrán, “tradicionalmente llamada ‘iglesia madre’ de Roma y de todo el mundo católico”. “Hoy lo hacemos -añadió- como signo de amor y unión a la Cátedra de Pedro”.
El cardenal se refirió al beato Torres Padilla como “un sacerdote siempre fiel, que vivió su ministerio en profunda unión con el Señor, que era su fuerza interior, pero también fue un sacerdote dispuesto a darse, a salir de sí mismo para ir en caridad a los demás, semejante a las aguas que manan del templo y hacen crecer toda clase de árboles frutales”. En este sentido, destacó del cofundador de la Compañía de la Cruz “la unidad de vida o, si queremos usar una fórmula ignaciana, el ser contemplativo en acción”. Aludiendo a la declaración de un testigo en el proceso de beatificación y canonización destacó que el beato conseguía compaginar oración y estudio: «pasaba dos horas estudiando y tres meditando sobre lo estudiado y así conseguía dar profundidad a su vida». Otro testigo subrayó que “estaba lleno de dulzura hacia los demás, especialmente hacia los más pobres”. Estas declaraciones llevaron al cardenal Semeraro a recordar las palabras del papa Francisco en la exhortación Gaudete et exsultate: «Ser santo no significa hacer brillar los ojos en un supuesto éxtasis».
Fue un hombre pobre, humilde y con una profunda espiritualidad. Los testigos declararon que “recorría incansablemente los barrios de la ciudad, especialmente Triana, para atender a los pobres e indigentes”. “Se decía de él que era ‘una especie de prestamista a fondo perdido’; ‘un canónigo extraño que tiene por amigos a vagabundos y vendedores ambulantes’, añadió el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, que no dejó atrás otra faceta del beato, al que se le conocía como ‘el santero’. “Entre los que se beneficiaron de su guía estuvo santa Ángela de la Cruz, a quien apoyó en la misión de fundar el Instituto de las Hermanas de la Cruz”. “Es cierto, una vez más, que los santos son como un detector de la santidad de las personas con las que entran en contacto, aunque sea ocasionalmente”, apuntó. Al respecto, el cardenal Semeraro hizo una última reflexión: “la santidad nos anima a encontrarnos”.
Mensaje de gratitud del arzobispo de Sevilla
Por su parte, el arzobispo de Sevilla tomó la palabra al término de la misa para agradecer al papa Francisco “por este gran regalo a nuestra Archidiócesis”. A continuación, subrayó una frase del padre Torres Padilla que ha quedado grabada como un clásico de espiritualidad: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”.
Tras destacar diversas facetas del nuevo beato, el arzobispo de Sevilla agradeció al nuncio, el Cabildo y la coral, su participación en una misa que ha quedado para la historia reciente de la Archidiócesis. Expresamente, en la persona del cardenal Semeraro, expresó su gratitud hacia todo el personal del Dicasterio para las Causas de los Santos. Particularmente, tuvo palabras de agradecimiento hacia el postulador de la fase romana, Salvador Aguilera, y todos los colaboradores de la Archidiócesis de Sevilla, especialmente Mons. Teodoro León, postulador en la fase diocesana, y la delegada episcopal para la causa de los Santos de Sevilla, María del Monte Chacón.
Monseñor Saiz Meneses concluyó su intervención recordando que esta causa, que fue iniciada por su antecesor, monseñor Juan José Asenjo, “ha llegado a feliz término en el primer grado de la beatificación”. “Esperemos que el Señor nos conceda pronto nuevos milagros por la intercesión del padre Torres, al que nos encomendamos con fervor, y podamos asistir a su canonización en Roma”, concluyó.
Tomado de www.archisevilla.org