
El obispo electo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González, ha tomado posesión en la Santa Iglesia Catedral, acompañado por dos cardenales, una treintena de arzobispos y obispos, el representante de la Nunciatura Apostólica, el clero diocesano y sacerdotes de Astorga, así como unas tres mil personas que han asistido a la celebración. Entre ellos está el obispod e Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, que es oriundo de la diócesis cordobesa.
Monseñor Jesús Fernández González ya ha tomado posesión de la sede de Osio. En la mañana de este sábado, 24 de mayo, en una celebración cargada de solemnidad, a la que han acudido dos cardenales, una treintena de obispos y su antecesor, monseñor Demetrio Fernández; así como una treintena de representantes institucionales, monseñor Jesús Fernández González ha tomado posesión de la Cátedra, signo de su magisterio, potestad y unidad de los creyentes en la fe anunciada por el Pastor Diocesano.
Ante unas calles engalanadas para acoger al nuevo obispo de Córdoba con multitud de fieles y miembros de las comunidades Neocatecumenales, que han querido recibir al pastor de la Diócesis entre cantos y una gran ovación, don Jesús Fernández ha partido del Seminario Mayor “San Pelagio” a la Santa Iglesia Catedral, acompañado por monseñor Demetrio Fernández, los cardenales Osoro y Rouco Varela, los seminaristas de la Diócesis y el arzobispo de Sevilla, Mons. Saiz Meneses, como arzobispo metropolitano, hasta la Puerta del Perdón, donde ha sido recibido por el Cabildo Catedral. Allí, monseñor Jesús Fernández ha realizado la profesión de fe y ha prestado juramento antes de dirigirse a la Capilla de la Inmaculada para adorar al Santísimo y revestirse en la Capilla del Cardenal para comenzar la celebración de la Eucaristía, en la que han participado un total de ciento ochenta sacerdotes y más de tres mil fieles.
Homilía de Mons. Jesús Fernández: “Me propongo ser servidor de todos”
Al inicio de su ministerio episcopal en la Diócesis, monseñor Jesús Fernández ha invitado a la alabanza y ha encomendado a la Iglesia particular de Córdoba y su propio episcopado a la Palabra de Dios para “configurarnos con Cristo, para alimentar la vida de la Iglesia, y para lanzarnos a la tarea de evangelizar y de tejer un mundo nuevo y una tierra nueva en que reine la justicia, la fraternidad y la paz”.
En su homilía, el nuevo Obispo de Córdoba ha proclamado su pertenencia a una Iglesia peregrina de la esperanza, a una Iglesia de llamados, y al servicio de la misión para “salir al rescate de nuestros hermanos pobres y sufrientes” y ha manifestado su adhesión al proyecto de una Iglesia sinodal que camina unida.
En su alocución, ha afirmado su seguimiento a una Iglesia misionera que, al modo de los primeros discípulos, salga a proclamar el Evangelio de Jesucristo en todos los rincones de la tierra y para la evangelización misionera ha destacado el papel decisivo de los fieles laicos.
Ante las más de tres mil personas que han participado en la Eucaristía de inicio de su pontificado, el nuevo Obispo ha llamado a concebir también el Evangelio como “herramienta social” que requiere compromiso a favor de la justicia, la paz y la promoción humana, tal como ha recordado el Papa León XIV al inicio de su pontificado.
En el Año de la Esperanza, ha recordado al Papa Francisco que nos urgió a ser “peregrinos de la Esperanza” y ha aludido a “una cultura propensa a ocultar a Dios y a concebir al hombre como un ser autosuficiente que reduce la llamada de Dios a una respuesta libre de hipotecas y oculta la vocación originaria y auténtica que supone tener a Dios como amigo, que nos quiere plenamente felices y nos da la clave para no equivocarnos de camino: amar cumpliendo los mandamientos”. “El lazo que nos une al Señor es el amor”, ha proseguido el Obispo de Córdoba, un amor “convertido en consuelo” que no es una corazonada ni pasión pasajera, sino “una ofrenda de vida por nosotros que se actualiza en la Eucaristía y nos capacita para un amor desinteresado capaz incluso de dar la vida por los hermanos”.
Monseñor Jesús Fernández ha afirmado que la llamada nos pone en pie y como peregrinos de Esperanza “marca un diálogo con Dios y con la Iglesia para un camino que no realizamos en solitario”. En este contexto, ha subrayado que se une al proyecto de una Iglesia sinodal y sus virtudes: «humildad, dulzura, y magnanimidad».
Una Iglesia precisa de humildad, para que “no nos contamine la soberbia ni la arrogancia, vicios por los que el ser humano pretende ser como Dios pero sin Dios”, y también dulzura, “en un mundo en que la violencia se manifiesta sin rubor en las relaciones y entre países, en una cultura que convierte la mansedumbre en sinónimo de debilidad”, ha indicado.
En su intervención, el Obispo ha recordado las palabras de san Pablo VI en su mensaje final del Concilio Vaticano II y ha afirmado que nuestra Iglesia se compromete también a ser servidora del hombre de hoy puesto que “si la Iglesia no está al servicio de la humanidad no es la Iglesia del Señor”, y para ello cuenta con dones y el carisma de la santificación que tiene como depositarios preferentes a los pastores consagrados a los dones eucarísticos, para “impartir el perdón y ungir con óleo sagrados”, y también en la promoción del culto eucarístico, la oración y la piedad popular representadas en las 600 hermandades y cofradías de Córdoba. En definitiva, en la Iglesia ministerial participan del carisma de la santificación todos los bautizados, “pues Dios los ha capacitado para hacer de sus vidas un culto agradable a Dios”, ha afirmado.
“Me propongo ser servidor de todos”, ha expresado don Jesús al citar el carisma de gobierno dentro de la Iglesia, “expropiado de mí mismo, me comprometo a ser para todos”, y para eso cuenta con la colaboración entregada de sacerdotes sin los que el Obispo “nada será, nada podrá”.
A los fieles laicos ha pedido trabajar a favor de los derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno, a la vivienda o la libertad religiosa y les ha encomendado vivir la caridad en la función pública para todo lo que tenga que ver con el bien común, especialmente para apoyar a los “pobres, los frágiles y los excluidos”, favoreciendo el diálogo, el encuentro y el cuidado del medioambiente
Bienvenida de Mons. Demetrio Fernández al nuevo obispo
Previamente a la homilía y tras las palabras del representante de la Nunciatura Apostólica, monseñor Roman Walczak, Mons. Demetrio Fernández ha dado la bienvenida a D. Jesús Fernández González como nuevo pastor de Córdoba. “Viene ungido por el Espíritu Santo en la plenitud del sacerdocio, prolongación personal de Cristo buen pastor, cabeza, siervo y esposo de su Iglesia. Y viene a “evangelizar a los pobres”, como reza su lema episcopal”, ha indicado el ya obispo emérito de la diócesis de Córdoba.
Al mismo tiempo, ha instado a los sacerdotes a alegrarse con la llegada del nuevo obispo, “que impulsará la vida abundante de esta diócesis tan privilegiada”. Dirigiéndose a los seminaristas, les ha indicado que “este es el obispo que Dios nos manda para que seáis un día ordenados para el servicio del Pueblo santo de Dios”. “El Señor te conceda, querido D. Jesús, ordenar a muchos nuevos presbíteros. A mí me ha concedido más de 70 en estos 15 años”, ha aclamado.
Asimismo, monseñor Demetrio Fernández ha pedido a los presentes y miembros de las distintas realidades de la Diócesis que se alegren con la llegada de don Jesús. A los jóvenes, les ha dicho que él “bendecirá vuestros encuentros, las peregrinaciones cada año a Guadalupe, las Jornadas mundiales de la juventud, los Adoremus de los jueves, las peregrinaciones a Fátima”. “Con el obispo, sentíos misioneros de los demás jóvenes para llevarlos al encuentro con Cristo y a vivir la gozosa experiencia de Iglesia”, ha subrayado.
De manera especial, se ha dirigido a la vida consagrada a quienes les ha puesto de manifiesto que el obispo será para todos “vínculo de unión a la Iglesia en esta diócesis de Córdoba, a la que aportáis la riqueza de vuestros carismas”.
Para concluir, el prelado ha saludado a los cardenales, arzobispos y obispos asistentes y le ha deseado a monseñor Jesús Fernández “que el Señor te conceda larga vida, y puedas disfrutar como he disfrutado yo de servir a una diócesis especialmente bendecida por Dios”. “Bienvenido como obispo a tu diócesis de Córdoba”, ha finalizado.
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Tomado de www.diocesisdecordoba.es