

Jesús no ha caído del cielo, sino que ha nacido formando parte de una familia compuesta por él y sus padres. Una familia que lo cuida y protege, en la que crece en sabiduría de la vida, en el conocimiento de Dios y en valores, y con la que aprende a convivir amando y recibiendo amor. La familia, en este relato de Mateo, se presenta como el medio para madurar como persona, como ciudadano y como creyente.
El rey Herodes es la expresión del pecado y de la muerte frente a Dios que representa la salvación.
Mateo hace un paralelismo entre los comienzos de la vida de Moisés y los de la vida de Jesús:
Moisés, al nacer, es salvado de la muerte gracias a la actuación de su hermana; y después de huir del Faraón regresará a Egipto para liberar de la esclavitud al pueblo de Dios.
Jesús, nada más nacer, por la amenaza de Herodes y por la actuación de José, su padre, huye a Egipto para ponerse a salvo, regresando más tarde a Israel donde hará surgir al nuevo pueblo de Dios, la Iglesia.
Moisés libera de la esclavitud a su pueblo y Jesús, el Mesías, libera del pecado y de la muerte a la humanidad.
Este relato señala en Jesús, incluso hoy día, a los niños que mueren injustamente y las familias obligadas a emigrar para tener una vida mejor.
Emilio J., sacerdote
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