Fue una celebración como todas las que se vienen celebrando en este tiempo de pandemia: muy reducida en aforo, sin procesiones y sin que los que viven fuera hayan podido participar por culpa de las restricciones de movilidad. A pesar de todo, la parroquia de Beas de Guadix celebró a su Patrona, la Virgen de la Paz, el domingo 24 de enero.
Las celebraciones comenzaron tres días antes, con un Triduo en su honor, para ir preparando el día grande, ese día en el que, otros años, Beas de Guadix se ha volcado con su Patrona, con procesiones que recorren todo el pueblo, salpicadas por infinidad de cohetes. Este año, ni cohetes, ni procesiones, ni música, pero la misma fe de siempre.
La gran mayoría vivieron esta jornada desde la distancia. Algunos no salieron de casa porque el aforo en la Iglesia era muy reducido. Otros no pudieron desplazarse hasta Beas porque no se permite la movilidad entre regiones, y es que muchos hijos del pueblo viven en otros lugares de España. Hasta el año pasado, el día de su Patrona era, además, un día de convivencia, de encuentro de las familias, de convivencia con los amigos, que se compartía con tapas de matanza y vino del que se hace en las casas, que entra con suavidad y quita fácil el frío. Seguramente, ese ha sido siempre el día que más personas ha albergado este pequeño pueblo del río Alhama. Y todas con la alegría de ser convocados por su Madre, la Virgen de la Paz.
Este año no ha podido ser casi nada de lo que se ha vivido otros años. Pero lo más importante sí que lo han podido vivir en Beas de Guadix: su devoción a la Virgen de la Paz, a la que han pedido que el año que viene vuelva a ser como los de siempre, con la misma alegría y la misma devoción. Y, por supuesto, sin el virus que tanto daño nos está haciendo a todos y que no nos permite vivir en paz. Eso también se lo han pedido en Beas de Guadix a su Patrona.
Antonio Gómez