Siervos de Dios sacerdotes de Almería relacionados con Granada

Cinco sacerdotes de la diócesis de Almería especialmente relacionados con Granada, que serán beatificados el próximo 25 de marzo en Aguadulce, junto a otros 110 mártires de Almería, y con relación a las Diócesis cercanas, Granada y Guadix.

José María Martínez Vizcaíno

Bautizado al día siguiente de su nacimiento, el 9 de diciembre de 1898, en la iglesia parroquial de la Inmaculada de su alpujarreño pueblo, Ohanes, sus buenas notas le consiguieron una beca en el Colegio del Sacromonte de Granada.

Allí maduró su vocación, recibiendo el presbiterado el 2 de octubre de 1922 en la Catedral granadina. Su entrañable paisano, el beato don Diego Ventaja Milán que por entonces era rector del Sacromonte, predicó durante su primera Misa en Ohanes el 12 de octubre. Trece años después, cuando el siervo de Dios era párroco de Churriana de la Vega, el beato Ventaja le pidió que le acompañase como secretario al inaugurar su episcopado en Almería. Su respuesta fue profética: “Hasta que la muerte nos separe”.

El fiel secretario acompañó a su prelado durante su calvario, siendo detenido con él el 12 de agosto de 1936 y compartiendo prisión en las Adoratrices y en el barco Astoy Mendi. La falta de espacio en el furgón impidió que fuera martirizado junto a su amado amigo, el beato D. Diego.

Al día siguiente del martirio del Obispo mártir, D. Manuel Román González cuenta que: “Culminó su calvario con una muerte ejemplar. Invocó a Cristo Rey, perdonó a sus verdugos y se despidió de sus amigos y compañeros de prisión con un ‘Hasta el Cielo´”. Tenía 38 años.

Antonio García Fernández

Con tan sólo un día de vida fue bautizado en la Iglesia Parroquial de san Sebastián de su ciudad natal, Píñar, en 1867. Criado en una humilde familia, su vocación le llevó a ingresar en el Seminario de san Indalecio en 1905.

El 18 de junio de 1916 fue ordenado presbítero, recibiendo 7 días después la coadjutoría de Tabernas. A finales de año fue nombrado coadjutor de Níjar. Entre los meses de enero a octubre de 1917 fue cura ecónomo de Alcudia de Monteagud, regresando después a la coadjutoría de Tabernas. Durante la epidemia de gripe de 1918 atendió a los fieles de Senés, recibiendo la coadjutoría de Gádor en 1919. Ese mismo año retornó a Tabernas como cura ecónomo hasta que, en 1920, tomó posesión de la parroquia de Senés. Finalmente, desde 1927, fue párroco de Viator.

Muy comprometido con la doctrina social de la Iglesia, fue nombrado socio honorario del Sindicato de Velefique por sus elocuentes mítines. En 1922 fundó un Sindicato y Caja Rural en Senés. Cuando el laicismo republicano le privó de cualquier subsidio, abrió una academia para sustentar a su madrastra y a los dos sobrinos que dependían de su trabajo.

Los milicianos, al comenzar la persecución religiosa, no se atrevieron a matarlo por el amor de sus feligreses. Expulsado de Viator, fue acogido en un cortijo cercano. Aunque le ofrecieron esconderse en la sierra, marchó con su familia a Almería. Desde allí fue traído con engaños el 16 de septiembre y, tras escupirle en el rostro, martirizado a sus 44 años en el puente de acceso al pueblo.

Emilio Antequera Lupiáñez

Nacido en tierras granadinas, cursó sus estudios en el Seminario Conciliar de san Indalecio y fue ordenado presbítero en 1895. Impulsado por su afán apostólico, marchó a Iberoamérica para ejercer de misionero y ofrecer al anuncio del Evangelio los primeros frutos de su sacerdocio.

Tras regresar a Almería en 1898, permaneció durante 3 años como adscrito a la parroquia de Níjar y durante 3 años fue coadjutor de la parroquia de Carboneras. Cura regente de Santa María de Senés desde 1905 a 1916, ese mismo año marchó a la ciudad de Almería donde entregaría los últimos años de su ministerio.

Adscrito a la parroquia de san Pedro de la ciudad en un primer momento, se le confío la rectoría de la iglesia del Sagrado Corazón tras la expulsión de los Padres Jesuitas por la II República. Así lo recordaba un testigo ocular: «El Siervo de Dios práctico activamente la caridad, siendo un protector de los pobres y gentes sencillas, a las que ayudaba incluso con fondos propios. Hombre de oración y permanente dedicación a su ministerio sacerdotal.»

Detenido en su propia casa con gran violencia el 7 de agosto, compartió prisión y martirio con el Siervo de Dios don José Álvarez Benavides de la Torre. Tenía 62 años al ofrecer su vida por Cristo.

Juan Segura Rubira

Cinco días después de su nacimiento fue bautizado por su tío, el presbítero don Manuel Rubira Martínez, en la Iglesia Parroquial de san Ginés de la Jara de su ciudad natal, Pruchena. De su buen padre, el maestro don Luis, aprendió el amor para educar a los más pequeños. Siguiendo los pasos de su progenitor estudió Magisterio, obteniendo con sobresaliente la carrera en 1899.

En 1921, con 39 años, dejó su trabajo de maestro y respondió a la vocación sacerdotal. El Obispo fray Bernardo Martínez Noval lo ordenó presbítero en la parroquia del Sagrario de la Catedral de Almería el 10 de junio de 1922.

Tan sólo un año después fue nombrado Director de las Escuelas del Ave María de la Dehesa de la Villa en Madrid. Mons. Gutiérrez Caridad, que fue alumno suyo, refería que: “Con aquella misma autoridad con la que hablaba Jesús a las buenas gentes, don Juan nos hablaba. Ya fuese su predicación homilética en la capilla; ya fuese en los avisos generales, o bien se tratase de su labor escolar de cada día en la clase con los alumnos mayores, a la que yo, muchísimas veces, asistía como oyente.”

La furia de la persecución religiosa hizo que los milicianos prendiesen fuego a las escuelas, obligándole a huir. En Alcázar del Rey, municipio conquense, encontró refugio en el hogar de la maestra doña Emilia Fernández Herreros. Para no poner en peligro a sus anfitriones, junto al Cura Ecónomo del pueblo, marchó al campo el 25 de agosto de 1936.

A las pocas horas fue descubierto por los milicianos y martirizado a sus 54 años de edad. Antes de morir, había entregado a doña Emilia todos los bienes que le quedaban aún en propiedad para que fundara una beca en el Seminario de san Indalecio de la ciudad de Almería.

Eduardo Valverde Rodríguez

Recibió las aguas bautismales el 26 de febrero de 1878, en la iglesia de la Inmaculada de su ciudad natal, Adra.

Ingresó en el Seminario de san Indalecio y, en 1901, se doctoró en Teología por la Universidad de Granada. Ordenado presbítero el 21 de septiembre de 1901 en la capilla del Palacio Episcopal, celebró su primera Misa el 4 de octubre en la parroquia de san Pedro de Almería.

A su considerable labor docente en el Seminario, sumó varias capellanías en casas de las Hijas de la Caridad que le trasmitieron su devoción a la Virgen Milagrosa. A la parroquia del Sagrario de Almería llegó como ecónomo en 1920 y pasó a ser su párroco desde 1927. El beato Obispo don Diego Ventaja le otorgó una canonjía en la Catedral almeriense el 14 de septiembre de 1935.

Detenido por la persecución religiosa el 14 de agosto de 1936, fue liberado el día 25 tras pagar un rescate su familia. Nuevamente detenido el día 29, fue trasladado desde el convento de las Adoratrices al colegio de La Salle el 12 de septiembre. Gravemente enfermo, el médico que lo atendió trató de hospitalizarlo para librarle pero se opuso: “No me retengas más aquí porque te estás jugando tu propia vida, tú deja que hagan lo que quieran.”

Fue martirizado a sus 58 años de edad junto a su amigo, el siervo de Dios don Andrés Navarro. Se ensañaron con él, pues su cabeza apareció cercenada del cuerpo.

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