Seguir rezando a Dios por el don de la paz

La Catedral de Granada acogió a cientos de fieles para rezar en la vigilia convocada por Mons. Javier Martínez.

Con una sola voz, cientos de personas participaron ayer en la vigilia de oración y la Eucaristía celebradas en la Santa Iglesia Catedral y convocada por nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, para rezar a Dios por el don de la paz en el mundo, especialmente en lugares que sufren una aguda violencia en territorios de Oriente Medio, como Irak y Siria.

El templo catedralicio, que estuvo llena de fieles, acogió la vigilia desde las 19 horas hasta la medianoche, en el rezo animado por grupos diocesanos como las Pastorales de Juventud y Universitaria, las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, la Renovación Carismática y la Comunidad Fe y Vida, así como los seminaristas del Seminario diocesano «San Cecilio». Durante la oración, los sacerdotes, entre ellos nuestro Arzobispo, administraron el Sacramento del perdón de los pecados.

SEGUIR REZANDO

Al término de la Eucaristía, Mons. Javier Martínez invitó a todos a seguir rezando a Dios por el don de la paz, «en medio de nuestras ocupaciones diarias», para que no sea sólo «este momento que hemos tenido hoy», en referencia a la vigilia celebrada ayer domingo en la víspera de la Natividad de la Virgen María, Reina de la Paz.

Asimismo, Mons. Martínez explicó que, frente a la «irritación contra esta cultura que es incapaz de satisfacer el corazón del hombre», la respuesta no es la dialéctica, sino que «la posición cristiana es promover la cultura –en palabras de Juan Pablo II- de la verdad y del amor», «en toda circunstancia y en todo momento; y generar un pueblo que vive, que porque vive del amor de Cristo es capaz de sembrar amor en este mundo, constantemente, en cualquier circunstancia». «El islamismo radical no es una cuestión religiosa, es un proyecto político, que se alimenta del humus -por eso crece también dentro del mundo occidental-, se alimenta del humus de una especie de irritación contra esta cultura que es incapaz de satisfacer el corazón del hombre, porque es una cultura inhumana».

Nuestro Arzobispo aludió a los cristianos perseguidos de estas zonas, algunos de los cuales, en primera persona, les han contado que «nuestro lugar está aquí» y su misión en la Iglesia, aunque saben que pueden sufrir el testimonio de la sangre, «es permanecer aquí».

«Gana quien abraza más fuerte. Ha ganado Dios porque nos ha abrazado sin reservas y sin límites, y Él tiene la victoria sobre la Historia, absolutamente. Y nosotros la tenemos en la que medida en que seguimos la senda de Dios y el camino que el Señor nos ha trazado», subrayó.

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