Primera Misa de D. Fernando Roca, ordenado unos días antes en la Catedral

El pasado jueves, día 21 de abril, se ha celebrado con toda solemnidad la Primera Eucaristía como sacerdote, recién ordenado, de D. Fernando Luis Roca Palop, en la Basílica de la Virgen de las Angustias.

A las seis en punto los treinta y nueve sacerdotes participantes, que concelebraron con D. Fernando, iniciaron la procesión por el patio de la Basílica, entrando por la puerta principal y pasillo central de la misma. Entre los participantes se encontraban varios vicarios de la Diócesis y los formadores responsables, tanto del Seminario San Cecilio, como del Seminario Redemptoris Mater.

La Eucaristía se inició con la bendición del Agua Bendita con la que D. Fernando Luis bendijo a todas las personas que llenaban completamente la Basílica. Empezó su homilía, después de saludar a todos los presentes, con estas palabras: «¿Quién decís que soy yo? Hace 20 siglos un hombre hizo esta pregunta a un grupo de amigos. Fue un hijo de un carpintero el que estaba hablando a un grupo de pescadores, con vestiduras pobres y rodeado de gente sin cultura; no poseía títulos ni apoyos humanos, no tenía dinero, ni armas, ni poder alguno. ¿Quién podría creer en alguien así? Incomprendido por los sabios, rechazado por su gente, perseguido por los sacerdotes, insultado por los religiosos, despreciado por los maestros, calumniado por los poderosos, traicionado por un discípulo, abandonado de los otros, y condenado a muerte por las autoridades. La tarde de aquel viernes, la losa del sepulcro se cerró sobre su cuerpo para intentar poner fin a una historia que, por penosa, fracasada y trágica, merecía pasar al olvido para siempre. ¿Quién habría dado un céntimo por su memoria? ¿quién habría podido sospechar que su recuerdo perduraría en algún lugar? ¿Qué atractivo podría tener un muerto? ¿Qué encanto tenían unos discípulos que se escondían por miedo y por vergüenza?».

Continuó haciéndose preguntas sobre el misterio que encierra Jesús para todos nosotros y que la razón principal es que Cristo sigue viviendo en cada uno y que su resurrección es el fundamento de nuestra fe, que ha hecho que muchísimas personas entreguen sus vidas por su firme amor a Jesús. El Señor funda su Iglesia para que difunda su mensaje por todos los rincones del mundo. No se puede ir en solitario a buscar a Jesús, sino que hay que hacerlo unidos con nuestros semejantes. Manifestó su regocijo de poder ser un apasionado seguidor de Jesucristo, como sacerdote.

Terminó su homilía diciendo: «Queridos hermanos con esta primera misa concluimos unos días en los que el Espíritu Santo se ha derramado con sobreabundancia en la vida de la Diócesis y comenzamos a caminar con paso renovado en nuestra firme adhesión a Cristo, nuestro Señor. Demos gracias a Dios de corazón, porque no es sólo un momento especial para los que nos han ordenado sacerdotes, sino para toda la Iglesia, para todos los fieles que rezáis y que vivís con la esperanza la promesa de Jesús de que nunca abandonará a su Iglesia y que la acompañará hasta el fin del mundo. Que la Virgen de las Angustias nos guíe, nos ayude y nos proteja a todos sus hijos en este peregrinar hasta el Reino de los cielos donde gozaremos eternamente con su Hijo Jesucristo, el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén».

La Santa Misa fue acompañada por los cantos del Coro Santa Cecilia de la Catedral de Granada, dirigido por su Directora Titular, Verónika Gosch, con la maestría, delicadeza y eficacia que la caracteriza y que han contribuido a la espiritualidad y recogimiento de la celebración eucarística, tanto por las canciones elegidas, como por su interpretación por todos los miembros del Coro, que han sabido darles la afinación y armonía magníficas.

Antes de dar la bendición final, D. Blas, después de felicitarle en el Señor, invitó a todos los presentes a participar en el ágape preparado por la Hermandad y la Parroquia de acuerdo con la familia, en el salón de actos de los Escolapios, cuando termine la Eucaristía. A continuación, Fernando Luis tomó la palabra para expresar su agradecimiento, cargado de amor y ternura para su familia, formadores, parroquia, hermandad y todas las personas que a lo largo de estos años han contribuido para que su vocación de sacerdote se haya podido materializar en la ordenación y esta primera misa, dándole ánimos para seguir en el amor permanente y profundo a Jesucristo. Un gran y prolongado aplauso siguió a sus palabras.

Con la bendición final y el Himno Oficial a la Virgen se cerró esta maravillosa celebración, repleta de espiritualidad, en la que Ferdi, como él quiere que se le llame, ha celebrado su primera Eucaristía como nuevo sacerdote de la Diócesis de Granada.

Una vez terminada la Sagrada Eucaristía, tuvo lugar el besamanos por parte de los asistentes y todos lo hicieron con mucha alegría, satisfacción y orgullo, desarrollándose durante más de media hora, a los pies de nuestra Patrona, la Virgen de las Angustias.

Hay que reseñar que por la mañana fue colocada en la torre de la derecha de la Basílica la bandera blanca, símbolo de pureza y entrega, y que significa esta nueva ordenación sacerdotal de un miembro de la Parroquia de la Virgen de las Angustias.

Antonio Joaquín Mezcua Roelas

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