En la Santa Iglesia Catedral llena de fieles para rezar por la paz en Siria y Oriente Medio, en la Jornada de ayuno y oración convocada por el Papa Francisco, el pasado sábado 7, Mons. Javier Martínez habló del conflicto en esta región del mundo -territorios «que tienen que ver con nuestra historia cristiana»- y de una mirada y un afecto al hombre, a toda persona, que nace de la fe y nace de la experiencia de haber sido ya amados de forma misericordiosa e infinita por Dios.
«Nos ha convocado el Vicario de Cristo y nos ha convocado para algo que desde hace mucho tiempo está ya como herida en nuestro corazón».
En su homilía en la Jornada de ayuno y oración por la paz en Siria y Oriente Medio, Mons. Javier Martínez recordó que lo que se pierde en las guerras son vidas humanas, y a veces hablamos de cifras como si se tratase un producto del mercado. Recuerda guerras en esa región del mundo, «con la que tenemos una relación especial», desde hace mucho tiempo, en Líbano, Irak…
Así, por ejemplo, Damasco es el lugar de la conversión de San Pablo, en Líbano estuvo predicando el Señor, en Egipto estuvo la Sagrada Familia,… «todos esos territorios tienen que ver con nuestra historia, con nuestros orígenes, son nuestra patria, en el sentido de que son la madre que nos ha engendrado, de donde proviene la Iglesia, de ellos hemos recibido la fe de cristianos que viven en aquellos lugares», explicó. Es un misterio «cómo aquella tierra bendecida por el Señor de un modo misterioso, porque allí ha sucedido los acontecimientos más decisivos para la historia del mundo entero; sin embargo, es una tierra marcada por el sufrimiento, la división, la guerra, el odio…».
«Un solo muerto sería demasiado, siempre, porque nosotros sabemos que toda vida humana es infinitamente valiosa, porque toda vida humana ha sido amada por Dios con amor infinito». Recuerda las palabras del Cardenal Wyszynski, secuestrado, en un día en que fue maltratado especialmente, la frase que escribió esa noche en el diario que escribió en la cárcel: «Los cristianos sólo conocen dos clases de personas: los que son hermanos suyos y los que no saben que lo son. Todos los hombres son hermanos nuestros».
«Por ser discípulos de Jesús, no podemos mirar a un ser humano con otra mirada que no sea la mirada con la que Dios nos mira a nosotros. Con una mirada de amor, de deseo, de plenitud, de florecimiento humano», afirmó Mons. Martínez.
Señala que detrás de estas guerras hay otros motivos de lucha de poder estratégica, «que pasan por encima de la vida de las personas y de los pueblos». En este sentido, Mons. Martínez subrayó que «para nosotros los cristianos, nunca, no hay ningún motivo, político, económico, de ninguna otra clase, que pase por encima de la dignidad sagrada de la vida humana. No hay ningún motivo, nunca, que justifique el asesinato, la muerte, la guerra. Jamás».
En referencia al Evangelio del día, en la fiesta de la Natividad de la Virgen, en el que Jesús dice que no se puede ser discípulo suyo si no se pone en primer lugar a Cristo, por delante de su padre, su madre, su hermano, su amigo, incluso a sí mismo, nuestro Arzobispo subrayó que «por paradójico que parezca, sólo cuando se ama a Cristo por encima de todo se puede amar bien al padre y a la madre, al esposo o a la esposa, o a los hijos, o a los hermanos, o a la familia política, o a los vecinos, o a los habitantes de mi nación, o a los seres humanos. Sólo cuando se pone a Dios por encima de todo y se conoce que Dios es misericordia, amor, donación, entrega; sólo cuando se reconoce así a Dios, y Dios es el verdadero Señor de la vida, entonces uno puede tratar como hermanos y vivir como hermanos de todos los hombres, y mirar como hermanos a todos los hombres».
Tras la Eucaristía, tuvo lugar hasta medianoche una vigilia de oración con exposición al Santísimo Sacramento, en la que participó Mons. Martínez junto a los fieles diocesanos y cuantos quisieron acercarse a rezar ante el Señor por la paz en Siria y Oriente Medio. La convocatoria del Papa de ayuno y oración por esta intención iba dirigida a los cristianos, pero también a fieles de otras confesiones religiosas y no creyentes.
Paralelamente, la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, que es sede de peregrinación con motivo del Año Santo Jubilar con motivo del Centenario de la Coronación Canónica de la Patrona de Granada, acogió al mismo tiempo la Eucaristía y una vigilia de oración con exposición al Santísimo Sacramento.
La homilía puede escucharse en internet, pinchando aquí.
Asimismo, hay un vídeo sobre esta Jornada de oración y ayuno en Granada que puede verse a continuación: