“No basta el querer ayudar, hay que saber ayudar”

“No basta el querer ayudar, hay que saber ayudar”

Una treintena de alumnos participaron en esta primera edición del curso «Escuchar para acompañar». Los participantes han aprendido en él distintas técnicas de escucha y búsqueda de la empatía, fundamentales para que la persona que necesite ayuda pueda salir sanamente del problema.

El pasado 11 de septiembre tuvo lugar la primera sesión del curso «Escuchar para acompañar», propuesto por la Pastoral Familiar de Granada a raíz de la invitación del Papa en la Amoris Laetitia, en la que anima a la promoción de cursos que formen en psicología y técnicas de ayuda para el acompañamiento a las personas.

La primera sesión de este curso, que seguirá llevándose a cabo con periodicidad mensual hasta el próximo mes de diciembre, se centró en la enseñanza de técnicas como la escucha activa o el counselling, capaces de ayudar a que cada persona pueda iniciar un proceso de cambio.

“No basta el querer ayudar, hay que saber ayudar y eso requiere unos aprendizajes que son comparables de como si hablásemos de jugar al tenis. No basta con tener la intención de devolver la pelota, hay que saber colocar la raqueta y la muñeca”, explica Juan Diego Chica, que ha sido el encargado de esta primera jornada de formación que tuvo lugar en el Centro de Estudios Superiores La Inmaculada.

La persona que vive una situación de estrés, de confusión o de debilidad “lo que desea primero de todo, aunque no sea totalmente consciente, es ser comprendida”, asegura Chica. “Antes que ser orientada, lo que anhela es ser comprendida y la respuesta que demos ha de ir en ese sentido. En el sentido de que la persona sienta que el ayudante, el otro, se hace con su situación, la comprende”.

AYUDAR A ENCONTRAR EL TIPO DE RESPUESTA
Desde las 09:30 hasta las 19:30 horas, los alumnos aprendieron también a captar los tipos de respuesta espontánea que pueden estar dando a las personas que acompañan.

Una persona tenderá siempre a dar un tipo determinado de respuesta cuando quiere ayudar. “A veces la respuesta espontánea es de consuelo, de decirle ‘no te preocupes, no pasa nada’; otras veces la respuesta espontánea es de investigación, de decir ‘¿dónde fue?’, y ‘¿con quien estabas?’”, explica Chica. “Sin darnos cuenta, esta investigación puede servir a hacer que la persona se sienta como en un interrogatorio”.

La clave de un buen acompañamiento será la que busca ayudar a que cada persona encuentre la propia solución. Quitar los obstáculos que impiden que la persona caiga en la cuenta de su situación. “A lo mejor la persona no quiere consuelo, ni tampoco busca que le soluciones el problema”, concluye el profesor, “hemos de entender que lo que hemos de hacer es acompañar a la persona a que ella descubra cuál es la solución y ella misma la ponga en marcha”.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social

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