En la clausura del curso cofrade 2014-15, que tuvo lugar el lunes día 22, con una Eucaristía de acción de gracias en la S.I Catedral, nuestro Arzobispo afirmó que pide a Dios que cada hermandad y cofradía sea «un islote de humanidad».
La Santa Iglesia Catedral de Granada acogió el lunes día 22 la Eucaristía de acción de gracias por el curso cofrade 2014-15 que se ha clausurado. Presidida por el Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, a la Eucaristía de clausura asistieron la Junta Directiva de la Real Federación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, con su presidente al frente, Jesús Muros, así como un representante del ayuntamiento, cofrades y fieles en general.
En su homilía, Mons. Martínez invitó a los hermanos cofrades a ser una «hospital de campaña» en medio de este mundo, tomando así la definición que utilizara el Papa Francisco para referirse a la Iglesia en medio de un mundo que se encuentra perdido y confuso en muchos aspectos, y lleno de heridas. En este sentido, nuestro Arzobispo invitó a los hermanos cofrades a ser «un islote de humanidad» en medio de nuestro mundo herido y roto.
«En este mundo confuso, culturalmente perdido, en muchos aspectos, carente de meta y de horizonte que valga la pena, la Iglesia está llamada a ser, como ya ha dicho el Papa Francisco más de una vez, en un ‘hospital de campaña’. Es decir, un lugar de humanidad», afirmó Mons. Martínez.
«En este mundo nuestro, yo le pido al Señor que cada hermandad sea un espacio, un islote de humanidad. Y humanidad significa misericordia, y humanidad significa perdón, humanidad significa afecto mutuo. Un corazón dispuesto siempre a ensancharse, un corazón dispuesto a ser lo que somos: imagen y semejanza de Dios. Pero para eso necesitamos la gracia de Dios. Por eso hay que pedirlo. Nosotros para ser lo que somos necesitamos el amor infinito de Dios, necesitamos la gracia», subrayó nuestro Arzobispo.
Asimismo, Mons. Javier Martínez explicó que pide al Señor para que toda la Iglesia y, en concreto, cada una de las hermandades y cofradías puedan ser realmente «una tienda, a la que uno puede acudir con las fatigas de la vida, con las cicatrices y heridas de la vida, con las rupturas, a veces tremendas, que se dan en nuestro mundo», en referencia a esa definición de «hospital de campaña» que da el Papa Francisco a la Iglesia en medio del mundo. Nuestro Arzobispo subraya que sean lugares donde «podamos acudir buscando alivio, buscando consuelo, buscando misericordia, buscando el ser acogidos, ser cada uno un signo de cómo Dios nos acoge a todos, con los brazos abiertos, sin preguntar, sin condenar, sin juzgar».
Tras la bendición final, el Arzobispo deseo un buen verano a todos los hermanos cofrades y sus instituciones, que «sirva de reposo y coger fuerzas de nuevo, para volver a emprender el curso llenos de ilusión y de esperanza por transmitir al mundo la alegría de Jesucristo Resucitado y vivo».