Miles de personas peregrinan a la tumba del Beato Fray Leopoldo de Alpandeire

Los devotos acudieron ayer la cripta para rezar delante del Beato, cuando se cumplía el 58 aniversario de su muerte.

Miles de devotos de Fray Leopoldo de Alpandeire visitaron ayer, día 9 de febrero, el lugar donde se encuentra su tumba, en la cripta situada en la parroquia granadina de La Inmaculada. Desde tempranas horas se fueron formando colas alrededor del templo, con fieles de Granada y muchos lugares de Andalucía, que quisieron peregrinar durante todo el día para rendir culto y pedir por sus intenciones al Beato, conocido por su misión como limosnero en distintos lugares de Andalucía, especialmente en Granada, donde pasó sus últimos años.

La devoción ha ido creciendo desde el momento de su muerte y ha incrementado desde su beatificación, que tuvo lugar en la base aérea de Armilla el 12 de septiembre de 2010, en una multitudinaria ceremonia presidida por el cardenal Mons. Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en nombre de Su Santidad Benedicto XVI, y en la que estuvo presente el Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, acompañado de Obispos españoles y representantes de la orden capuchina.

Beato Leopoldo de Alpandeire

Fray Leopoldo nació en Alpandeire, Málaga, el 24 de junio de 1864. Su nombre de pila era Francisco Tomás y era el mayor de cuatro hermanos. Hasta los 35 años dedicó su vida al trabajo en el campo, tiempo del que ya se conocía su generosidad y caridad hacia los pobres. Tras conocer a unos frailes capuchinos llegados hasta Ronda para celebrar la beatificación de fray Diego José de Cádiz, quedó impresionado por sus recogimeinto y fuerza y pidió la admisión en la Orden. En 1899, en Sevilla, ingresó como fraile capuchino y se dedicó al oficio de hortelano en el convento, labor que llevó a cabo también en Antequera y en Granada, donde le confiaron la misión de ser limosnero, carisma que le llevó a ser conocido por mucha gente que quedó impregnada de su fervor y sus enseñanzas.

La caridad fue la protagonista de sus últimos años, en su oficio de recoger dinero y compartirlo con los más pobres. También fue conocida su humildad y su anuncio del amor de Dios a todo el mundo. Después de tres años de enfermedad, tras una caída que le impidió salir más a la calle, Fray Lepoldo de Alpandeire moría dejando en Granada una creciente fama de santidad. Fue el 9 de febrero de 1956, por lo que el día 9 de cada mes, y especialmente el 9 de febrero de cada año, muchos fieles peregrinan hasta su tumba para rezar y pedirle su intercesión. La celebración en la que fue declarado beato tuvo lugar en Granada, el 12 de septiembre de 2010.

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