La vida religiosa joven

Artículo de CONFER Joven Granada con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Los jóvenes muchas veces parece que se encuentran lejos de la “onda” de la religión o incluso de las preguntas del sentido de la vida ¿Quién soy? ¿Hacia dónde dirigir mis pasos? ¿Cuál es el sentido de mi vida? Podría parecer en cierta manera que los jóvenes no sienten esta inquietud, lo cual creemos que es falso.

Los jóvenes de hoy también nos lo preguntamos y tenemos experiencia de ello también entre nosotros. Estas preguntas no son ajenas a lo religioso, esta cuestión está presente entre nosotros y nos afecta y nos cuestiona. Hemos vivido diferentes experiencias en nuestras vidas en relación con estos temas, unas más positivas y otras más negativas, pero ambas iguales de importantes. Éstas nos han ido modelando y nos han hecho ir creciendo e ir madurando dirigiéndonos siempre hacia una respuesta, buscando lo que todo ser humano quiere encontrar, esperanza en el mundo y en el futuro y, sobre todo, amar y ser amado. Esto es lo que anhelamos y esto es la felicidad. Nos alegran las palabras de Benedicto XVI sobre la esperanza y el amor iluminadas por la luz de la fe.

En ese camino de búsquedas y encuentros muchos de nosotros hemos encontrado un camino que especialmente nos atrae. Ese camino viene determinado por una Fuente, aquella fuente de la que la samaritana quería beber para no tener más sed o por aquella luz que el ciego de nacimiento quería ver. Esta luz y esta fuente no son ni más ni menos que Jesús de Nazaret, que viene cada día y cada instante a iluminarnos y a saciar con su preciosa agua la sed de sentido que sólo Dios puede calmar. Esta experiencia del Dios vivo, el Dios de la vida, que crea y da la vida, es la que nos mueve a seguirle por este camino que, aunque no esté exento de dificultades, estrecheces e incomprensiones, vale la pena porque nuestro Dios es el Dios de la Resurrección, el Dios hecho hombre que se comunica con nosotros. Ésta es la fuerza que nos impulsa por este camino de la consagración a Dios, que una vez comenzamos en el Bautismo y que renovamos cada día en la presencia del Espíritu.

Podemos pensar que el número de religiosos jóvenes está disminuyendo y esto nos puede llegar a desconsolar, pensando que esto se acaba o que seguiremos con demasiadas dificultades. Es verdad que necesitamos conversión en la vida consagrada y también es verdad que siempre estamos necesitados de ella. Pero también es verdad que éste es tiempo de oportunidad, de adaptación y de poner seriamente las cartas sobre la mesa para seguir reemprendiendo el camino, porque, como decía S. Francisco de Asís en el final de su vida, “comencemos hermanos porque hasta ahora es poco o nada lo que hemos hecho”. Tenemos ahora una gran responsabilidad, pero también una gran esperanza de seguir caminando y de hacer cosas nuevas y mejores, mirando los signos de los tiempos con ganas y lanzados hacia el futuro.

Por todo esto, queremos lanzar desde aquí un mensaje de esperanza para todos aquellos que alguna vez han sentido la llamada de seguir a Jesucristo en la vida consagrada para que, asentados en la experiencia del Dios del Amor, se lancen a andar por las huellas que nuestros fundadores nos dejaron con alegría y decisión. Gracias a Dios por tanto bien que haces y harás entre nosotros.

Andrés Aragón Flores, OFM
Rafael Villoslada del Castillo, OFM
CONFER Joven Granada

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