La política de la paradoja

Nueva entrada en el blog «Ciudad de Dios de y de los hombres» (www.arzobispodegranada.es/blog), en la sección «Materiales para una política teológica cristiana» (Materiales nº 10), con una aportación del Prefacio a la obra The Future of Love. Essays in Political Theology, de John Milbank, uno de los fundadores del movimiento llamado «Radical Orthodoxy» en inglarerra y Estados Unidos.

John Milbank es Director del Center for Theology and Philosophy en la Universidad de Nottingham, y es uno de los fundadores del movimiento llamado «Radical Orthodoxy» en Inglaterra y Estados Unidos, que nació en Cambridge. Anglicano que se confiesa discípulo de Newman, Chesterton y Belloc, así como de Henri de Lubac y de Hans Urs von Balthasar, es autor de numerosos libros, entre ellos el importantísimo Theology and social Theory, Blackwell, Oxford, 1990 (2ª edición, 2006), pero también The Word Made Strange: Theology, Language, Culture, Blackwell, Oxford, 1997, Truth in Aquinas, Routledge, London & New York, 2000, Being Reconciled. Ontology and Pardon, Routledge, London & New York, 2003, y Beyond the Secular Order: The Representation of Being and the Representation of the People, Wiley-Blackwell, Oxford, 2014. Es también uno de los editores del volumen colectivo Radical Orthodoxy: A New Theology, Routledge, 1999.

Texto nº 10: John Milbank, Del Prefacio a la obra The Future of Love. Essays in Political Theology. Cascade Books, Eugene, Oregon, 2009, pp. ix-xix.

PREFACIO

Septiembre del 2008 — La política de la paradoja

El libro que sigue contiene dieciocho ensayos que han sido escritos a lo largo aproximadamente de los últimos veinticinco años. Juntos, constituyen una teología política fragmentaria, escrita desde una perspectiva británica, pero una perspectiva que se abre a sí misma a influencias intelectuales del Continente y de América del Norte, así como a preocupaciones globales.

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[…..] He estado siempre interesado en el «minority report» de la historia intelectual británica, que se resiste al empirismo reductivo y al utilitarismo en nombre de lo que Coleridge llamaba «la Inglaterra antigua, espiritual, platónica», así como en nombre de un empirismo más radical, abierto a la llegada de lo diferente y de lo inesperado. Esto no está vinculado de manera simplista a una posición «anti-ciencia». A finales del siglo XVII había una discusión, muy de moda por entonces, sobre el fenómeno de la «percepción extra-sensorial» o «second sight» que se daba en las montañas de Escocia. Pero los escépticos y los que se burlaban de ello eran aquí los «listillos» [wits], que eran igualmente escépticos de las nuevas cosas curiosas que estaban siendo reveladas por los «experimentos» de la filosofía natural. La Royal Society, en cambio, aunque permaneció más bien agnóstica, se tomó tan en serio el interés inicial por este fenómeno de un Robert Boyle que el extremo norte de Gran Bretaña se convirtió por un tiempo, a causa de ello, en «un laboratorio oculto», como lo llama Michael Hunter. Por supuesto, todo esto significaba confundir lo que podía ser objeto de experiencia y lo que podía ser medido y repetido bajo control, pero el ejemplo pone de manifiesto una dimensión no-dogmática en el temperamento empirista británico, que no se limita a una inducción de conclusiones a partir de unos datos de información sensorial «atomizados». En el caso de esos «sabios» del siglo XIX que son Coleridge, Newman y Ruskin, cuyas perspectivas están tan fuertemente presentes en los trabajos que siguen, uno puede ver una unión peculiarmente británica de «lo empírico» con «lo platónico».

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