Carmen Martín, natural de Pitres, ha cumplido sus bodas de oro como misionera comboniana. Su deseo era ir a África, pero no ha podido ser. Sin embargo, “no me siento frustrada”, porque “la misión se lleva en el corazón”. Ha estado, entre otros lugares, en México y Perú.
20/20/2023
Con 14 años, Carmen Martín, que hoy tiene 76 años, tuvo claro que quería ser misionera. En su parroquia de Pitres, de donde es natural, había oído hablar desde pequeña sobre la misión. La parroquia, a través de sus sacerdotes, se había ocupado siempre de acercar este asunto a sus fieles. En sus años de infancia y adolescencia tuvieron lugar graves sucesos en Congo, que asoló la vida de muchas personas, entre ellas muchas misioneras que perdieron la vida. “Yo sentí en ese momento ‘yo quiero ir a sustituirlas’. La misión era lo que yo buscaba”, explica.
Carmen siempre deseó ir a África como misionera, pero en aquel momento no sabía ni que existía una congregación como los misioneros combonianos. Aunque tuvo opción de ingresar en otras órdenes vinculadas también a la misión, con la ayuda del párroco, escribió a la congregación de las combonianas, donde finalmente se consagró con 23 años como misionera. “Las encontré por casualidad, porque el párroco que había en Pitres en aquellos años” le habló de ello, nos cuenta. “Nada más que quería ser misionera”, insiste.
Se formó en enfermería, a la que se dedicó durante su primera misión en México. Después, llegó Perú, e incluso Milán, donde se formó en materia de migraciones, con personas sobre todo procedentes de Sri Lanka o Paquistán. Pero su deseo de ir a África nunca se cumplió y, de hecho, nunca ha estado allí de misión. “Pero no estoy frustrada“, nos cuenta Carmen. Con 23 años ingresó en las combonianas “y la misión era lo mío”. “Porque la misión se lleva en el corazón”, destaca.
Tras su experiencia misionera en México atendiendo a personas en materia de salud, Carmen se ocupó de otros asuntos como el desarrollo de la mujer en zonas de gran pobreza y muy escasos recursos para ellas, así como en la pastoral de adultos, en lugares como Perú. Hoy, da gracias a Dios por su vida de misionera, de la que ha cumplido sus bodas de oro desde su consagración en el carisma de las combonianas, y 27 de esos años recorriendo el mundo.
Ya cumplidos los 50 años de misionera, Carmen Martín se encuentra ahora en la parroquia de Santa María Micaela, en las distintas facetas pastorales, así como en aspectos educativos en un colegio, en la catequesis, con los migrantes, en la pastoral litúrgica y en la pastoral de la salud.
Carmen no pudo ir nunca a África como misionera y su salud ha impedido que durante algunos años haya estado en otras tierras de misión, teniendo que estar en España en distintos periodos. Pero, aunque “yo me iría mañana otra vez –afirma-, pero no me dejan”-, la misión “no es una cuestión geográfica; la misión se lleva en el corazón”. “Quisiera vivir eso ahora desde aquí, en Granada”, concluye.
Paqui Pallarés
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