“La misión es muy sencilla: vivir y compartir la vida y la fe”

Entrevista al joven universitario granadino Javier López-Frías, que hablará el domingo día 23 en El Escorial (Madrid) de su experiencia en la misión y de la Fundación “Ahoringa Vuelcapeta”, en el marco del XIV Encuentro de Jóvenes Misioneros organizado por OMP. Junto a él estará un equipo de “Misión Bolivia” de esta Pastoral de Granada.

Javier López-Frías es granadino, estudiante de 5º de Arquitectura y apasionado del deporte. Es también miembro de la Pastoral Universitaria de Granada, desde que entrara en la universidad. Con un grupo de jóvenes de esta Pastoral, concretamente del equipo de “Misión Bolivia”, participará en el XIV Encuentro de jóvenes misioneros, que del 21 al 23 de abril se celebra en El Escorial (Madrid), organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP), con el lema “Una cosa te falta” (Mc 10, 21). Allí intervendrá el domingo por la mañana para hablar de su experiencia de fe desde la misión con la Fundación “Ahoringa Vuelcapeta”, de Pastoral Universitaria, de la que es vicepresidente. Este verano volverá a la selva boliviana con una veintena de jóvenes de la Universidad de Granada en Misión Bolivia 2017.

Javier, un equipo de Pastoral Universitaria estáis en Madrid para el Encuentro de Jóvenes Misioneros, y además participas allí: ¿qué les vas a explicar, de qué vas a hablar?
El domingo tengo la oportunidad de compartir con jóvenes como yo, con espíritu misionero, qué es lo que me ha pasado a mí y cómo el Señor se ha hecho presente en mi experiencia en misión; y cómo, de alguna forma, he descubierto que el Señor hablaba, que llamaba a la puerta como un mendigo a través de otras personas, que, en este caso, se encarnan en la misión. Quiero contarles un poco qué es lo que ha cambiado en mí y cómo veo la misión estando aquí, en mi día a día.

Desde la Pastoral Universitaria de Granada vivís esa experiencia de misión cada verano: la Fundación “Ahoringa Vuelcapeta”, en la selva boliviana. Háblanos un poco de esta Fundación. De qué se trata, qué hacéis allí.
La Fundación nació a raíz de una experiencia de verano con la Pastoral Universitaria que a la vuelta decidió no quedarse de brazos cruzados, sino que empezó a apostar por el futuro de aquellos jóvenes, de aquel pueblo. Se les empezó a ayudar para ir a la universidad y se creó un programa de becas, para que ellos pudieran cumplir el sueño de sus vidas. También se vio principalmente que el encuentro con ellos y compartir la vida con ellos era la mejor forma de misión. Es decir, llevarles la alegría de lo que hemos vivido nosotros. La misión allí es muy sencilla: vivir y compartir la vida y la fe en la parroquia, en el pueblo de Bellavista.

Tú has ido allí a la selva boliviana. ¿Cuál ha sido tu experiencia? ¿Qué es para ti la misión?
Yo empecé por una alegría que se contagia. Veía a José Antonio Villena (ndr. Delegado diocesano de pastoral Universitaria de Granada) y veía a muchos de mis compañeros y de mis amigos de la misión muy ilusionados con esto, y a mí me contagiaron esa ilusión que vivían. El Señor poco a poco va haciendo sus caminos y sus pasos, y descubrí un encuentro muy fuerte con el corazón de aquellos jóvenes. Tuve la oportunidad de compartir con ellos sus vidas, de compartir la mía, de hacer amistades. Todo aquello me sorprendía mucho. Yo descubrí de una forma muy intensa que el Señor podía servirse de mí para hacer que la vida de los demás crezca, como un instrumento. Él sabe hacerlo bien.

¿Qué experiencia has tenido allí? ¿Qué te has encontrado cuando fuiste?
La sorpresa de cómo Dios se hace presente a través de todo lo sencillo, el encuentro diario con cada uno de los jóvenes, de cada familia, el encuentro con “el padrecito”, que vive allí. Es un sacerdote que lleva allí mucho tiempo de misionero, décadas. La sorpresa es ésa: ver ponerte en juego cada mañana que te levantas hasta el último minuto cuando te acuestas y cómo el Señor se hace presente en medio de eso. Ésa ha sido mi experiencia. Y sobre todo me quedo con todos los jóvenes con los que he podido de alguna forma ser testigo o mensajero de una alegría, de una de paz que no es mía, sino que el Señor se ha hecho partícipe, se ha hecho presente a través de mí.

En “Misión Bolivia”, esa experiencia de misión con la Fundación “Ahoringa Vuelcapeta”, ¿qué es lo que hacéis y cómo acompañáis a estas personas?
Cada uno de nosotros vamos con una realidad y con unas capacidades muy diferentes. En general, somos universitarios, cada uno con una carrera, con unos dones. Organizamos diferentes equipos de trabajo, diferentes tareas en lo cotidiano, que sirven como ese punto de encuentro con el otro. Llevamos muchos alumnos de Medicina, que tienen la oportunidad de trabajar en el consultorio de Bellavista y encontrarse con la realidad de los enfermos. Llevamos maestros, odontólogos, ópticos, ingenieros. Un licenciado en Derecho podría preguntarse: “Qué tengo yo que hacer en la selva de Bolivia”. Sencillamente eso: estar allí con ellos y los quehaceres salen.

Estando en la selva boliviana, ¿qué experiencia te ha marcado más y qué cambios has visto de un año a otro en aquellos jóvenes y sus familias?
Una de las experiencias que a mí me ha marcado más es la de encontrar allí un descanso para mí. Es decir, uno muchas veces piensa que va a la misión a dar, a hacer cosas por los demás, a enseñar al otro… cosas que pasan y es bueno. Pero sorprende cuando uno se ve a 13.000 kilómetros de su casa y tiene la experiencia de que alguien te apoya en tu vida y encuentra a alguien en el que puedes descansar lo que vives. Yo recuerdo un día allí que estaba muy cansado y hablando con un chico del pueblo, con el que tenía mucha amistad, me decía: “Aunque estés cansado, no te distraigas y siempre búscale a Él, busca a Dios, busca en las miradas de todas las personas que te encuentres porque ahí está Él”.

Sobre los cambios que veo de las veces que he vuelto, digamos que al final siempre hay sorpresas. Las personas a veces son las mismas pero el encuentro es diferente. Al haber ido varias veces, me quedo con que se va haciendo una historia y tú ya no eres un anónimo que va por primera vez allí. Emociona ver que alguien te espera y que te espera con tu nombre y con tus apellidos, con tu historia, te van conociendo, y te esperan con tus cosas buenas y malas. Ellos de alguna forma han reconocido que su vida es importante para mí y eso emociona.

El Papa nos pide no ser “jóvenes de sofá”, pero quizás haya jóvenes que no sepan dónde acudir o dónde emplear sus fuerzas. Qué les dirías.
Hay muchas asociaciones, muchas realidades de la Iglesia que ofrecen la posibilidad en una buena compañía de tener una experiencia en misión, de tener una experiencia “en salida”, de encontrarte a ti mismo y de encontrar a los demás. Yo les diría que son todo ganancias. En cualquier ambiente que nos movamos el Señor siempre va a saber hacerse presente. Les diría sobre todo que no tengan miedo de poner su corazón en juego, porque a veces asusta por todo aquello que te puedes encontrar. Ya no es tanto por estar cómodo en el sofá, sino que esa comodidad también está un poco en el corazón, de no querer arriesgarlo. Yo les diría que no tengan miedo a eso.

Paqui Pallarés

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