La cultura es constitutiva del ser humano

Nuevo trabajo de la profesora Feliciana Merino Escalera sobre la importancia de la cultura en la constitución del sujeto según el pensamiento de Edith Stein. La profesora Dª Feliciana Merino Escalera, del Instituto de Filosofía Edith Stein de la Archidiócesis de Granada, acaba de publicar un trabajo titulado La noción de tipo como base para una nueva filosofía de la cultura, dentro del volumen colectivo dirigido por el profesor  D. Urbano Ferrer (Universidad de Murcia), titulado Para comprender a Edith Stein, editado por Palabra.

En este trabajo, la profesora Merino analiza la evolución de la pensadora alemana tomando como núcleo interpretativo la noción de “tipo”, que aparece fundamentalmente en la obra de Stein La estructura de la persona humana. El objetivo es mostrar cómo, según la santa alemana, el ser humano no es un ente autónomo y solitario que se constituye a sí mismo, sino que su formación personal es dependiente en buena medida de su entorno cultural, y muy especialmente de las comunidades de las que forma parte.

Según el punto de vista desarrollado en el texto, “la comunidad prima y precede al Estado, sobre el que tiene una preferencia derivada de la condición esencial del hombre como ser social”. El carácter social del ser humano no significa que su personalidad pueda ser comprendida, ni reducida, a las comunidades de las que forma parte, puesto que ella se adhiere a estas comunidades y vive en ellas dotada de libertad.

De la misma manera, incide, “la comunidad cristiana, el pueblo cristiano, comprende la realidad a partir de Cristo. Cualquier gesto humano, la forma de comer, de vestirse, la vivencia de la intimidad, la forma de entender las relaciones humanas, políticas y económicas, la comprensión de la familia, de la sexualidad, tienen su centro en Cristo”.

La razón se constituye en el seno de comunidades que ofrecen al sujeto fundamentos de sentido para su vida, que él debe aceptar o rechazar libremente con un juicio que está constituido inevitablemente por su “tipo” comunitario, pero que no deja por eso de ser libre, e incluso de poder buscar explicaciones alternativas o desarrollar de forma personal los parámetros de la propia comunidad de la que forma parte.

La profesora Merino insiste en que quien que se ha encontrado con Cristo vive la realidad desde Cristo, sin que el hecho cristiano pueda ser reducido a una ideología, a una moral, o a un ámbito que quede fuera de la vida cotidiana. Cristo no es, así, un anexo a nuestra vida al que dedicamos ciertos momentos piadosos, sino el centro de la vida del cristiano que, según la máxima de San Benito, no antepone nada a Cristo.

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