Entrevista a Rocco Buttiglione, político demócratacristiano y actual profesor de filosofía en la Universidad Libre Pío V de Roma, durante su participación en la V edición del Congreso Internacional “Politics as Theology”, celebrado en nuestra diócesis del 25 de junio al 1 de julio, en el que el italiano ha impartido varios conferencias sobre la Teología Política de San Juan Pablo II.
¿Qué opinión le merece este Congreso Internacional “Beyond the Faith”, “Más allá de la fe”?
Me parece excelente, aquí hay una difusión cultural de nivel muy alto pero siempre con una proyección pastoral en el sentido de que la cultura es vivencia existencial, hay que tomar siempre como punto de partida la vida y regresar a la vida, es una reflexión sistemática y crítica sobre una experiencia de fe y sobre la experiencia humana en general. Este Congreso es una discusión sobre la experiencia.
¿Qué le parece el tema de esta edición “Politics as Theology”, “La política como teología”?, ¿qué relación guardan estas dos disciplinas desde su experiencia como político?
La fe no es una convicción intelectual solamente, es una experiencia divina, anima la vida del pueblo, determina la autoconciencia de la gente, por eso determina formas sociales de relación entre las personas, por ejemplo: la familia.
El político trabaja con los datos de la sociedad civil, por ejemplo con el orden de la familia que se establece en la sociedad, por eso el Evangelio tiene efectos impactantes sobre el orden social y sobre la política. El político cristiano laico no es que tenga que hacer un aplicación sistemática de la doctrina, la política no es eso, debe asumir su personal responsabilidad de defender este hecho social que es el resultado en la vida de la apreciación de la fe en la sociedad.
Otro ejemplo: si tenemos la idea de que hombres y mujeres son iguales en dignidad y complementarios eso es a causa del cristianismo, si tenemos la idea de que es bueno casarse, tener una única mujer en la vida y tener hijos con ella y cuidar de ellos esto es algo natural y también resultado de dos mil año de tradición cristiana.
Cuando esta visión teológica se olvida no tenemos hijos, o los pocos que tenemos nos causan muchos problemas, pocos jóvenes, pocas contribuciones para pagar pensiones dignas para los jubilados, imposibilidad de sostener la salud pública, etc. El tema de la defensa de los valores no es sólo un tema teórico filosófico es un tema también práctico jurídico, ¿qué hacemos sino tenemos hijos, familias?, sin hijos la nación muere…
¿Cuáles son para usted los principales desafíos de la sociedad actual?
En todo occidente el principal problema que existe está relacionado con la familia, y ligado a eso está la economía y la democracia. La democracia presupone un sujeto libre y responsable, significa que el individuo es capaz de unificar sus pasiones e impulsos en una visión de bien, del bien de la persona y además necesita la visión del bien del otro como parte de mi propio bien, es decir, no puedo determinar mi propio bien como algo independiente del bien del otro, el bien de mi ciudad, de mi país, al final depende de ello toda la humanidad.
Debemos pedir a la Iglesia ayuda para formar individuos libres y por otro lado el Estado debe tener una legislación que favorece la familia como el lugar donde se forman personas libres e independientes.
Sobre la economía todo hablamos del libre mercado, la eficiencia económica pero el empresario, que toma el riesgo de la decisión económica, que organiza la producción, ve una oportunidad, toma la responsabilidad, y da satisfacción a algunas necesidades. Este hombre debe ser responsable y libre también en esta dimensión. En Italia, por ejemplo, la fuerza es la empresa familiar, cuando la familia se rompe se hunde la empresa y se pierde la fuerza económica del país. Hay un problema de educación, un desafío educativo que es raíz de muchos problemas políticos, aquí la Iglesia tiene un papel fundamental y también el Estado.
Debe ser interés del Estado favorecer la formación de sujetos libres, hoy parece ser que el Estado hace lo contrario.
Su aportación al contexto del Congreso en estos días ha sido la visión de la Teología Política de San Juan Pablo II, ¿qué cree que el pensamiento de Karol Wojtyla puede aportar?
Todo, el enfoque sobre la familia, el hecho de que si la familia se corrompe, se corrompe también la nación. La idea de democracia también.
El relativismo ético es la filosofía natural de la democracia, y cuando este relativismo prevalece la mujer del relativismo es la corrupción, con una clase política que no está convencida de ningún valor lo que se queda es usura, lujuria y poder. Con la corrupción llega otro problema, el control asfixiante del poder judicial sobre el jurídico que intenta atajar la corrupción disminuyendo la capacidad de decisión política, el resultado es que deja de haber esta decisión y el sistema deja de funcionar. No hay sistema político que pueda funcionar sin virtud.
La fundación de la democracia es la idea de la dignidad humana que implica respetar el derecho de otros a equivocarse, porque Dios quiere entrar en contrato con los hombres a través de la libertad, si se está obligado no hay libertad. Hay que fundamentar la democracia en la dignidad de la persona y no en el relativismo ético en el que cada individuo persigue su interés e intenta eliminar el interés de otros.
¿Qué aspecto de su participación en el Congreso destacaría?
Para mí lo más destacable y positivo ha sido las personas que he encontrado. Es una alegría descubrir que hay jóvenes filósofos, otros no somos tan jóvenes…, estos jóvenes están trabajando muy bien. En este Congreso hay un espíritu de comunidad, de compartir la vida, la experiencia, el trabajo del otro, algo que no suele ser lo común en ciertos ámbitos.
María José Aguilar