El sábado, nuestro Arzobispo ordenó diáconos a cuatro jóvenes de los Seminarios «San Cecilio» y «Redemptoris Mater» en la S.I. Catedral.
Mons. Javier Martínez impuso sus manos el sábado, 10 de octubre, sobre los cuatro nuevos diáconos que ya tiene la Diócesis, en una celebración a la que asistieron también los Seminarios Diocesanos a los que pertenecen los jóvenes, los sacerdotes diocesanos y los fieles que llenaron la Catedral, entre los que estaban las familias, amigos, parroquias y comunidades de los seminaristas que se ordenaban.
Fernando Luis Roca, Fernando Rodríguez y Alberto Sedano, del Seminario Mayor «San Cecilio»; y Carlos José Fernández, del «Redemptoris Mater», expresaron continuamente en la celebración su gran alegría y su disposición para dar este paso, último antes de recibir en unos meses la Ordenación sacerdotal.
Tras la Liturgia de la Palabra, los seminaristas aceptaron la ordenación y Mons. Javier Martínez preguntó a los formadores de los Seminarios por su dignidad para recibir el Orden. Tras expresar éstos su conformidad el Arzobispo se dirigió a ellos y a toda la asamblea con su homilía: «Hoy es un día grande, es muy grande para vosotros, es muy grande para vuestras familias y para las personas que tenéis cerca y que os quieren, pero querría subrayar que es un día grande para toda la Iglesia», afirmó el Arzobispo. «Cuando nos hacemos sacerdotes, o como en vuestro caso hoy sois ordenados diáconos, no somos nosotros los que hacemos algo por Dios, (…) somos nosotros los que recibimos un regalo de Dios, (…) el privilegio de poder gastar la vida, dar la vida, por la vida de este pueblo, por la vida del pueblo cristiano, por la vida del pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo», les dijo D. Javier Martínez.
Asimismo, el Arzobispo les habló del privilegio de servir a la Iglesia: «Es un privilegio servir a esa criatura tan bella y dar la vida y gastarla por esa criatura tan bella, que es humana y divina a la vez», señaló. D. Javier Martínez hizo la petición también de que «podamos mirar, tratar a las personas como Cristo nos trata a nosotros y como deseamos nosotros ser tratados por Dios».
Tras sus palabras, el Arzobispo inició el rito de ordenación y les cogió las manos, uno a uno, les impuso las suyas sobre la cabeza y les entregó el Evangelio. Tras quedar revestidos como diáconos por sus sacerdotes padrinos, D. Javier Martínez les abrazó y les dio la paz.
El Arzobispo se dirigió en ese momento a los padres, madres y familias de los cuatro diáconos y les explicó que «Dios es buen pagador, no deja ni un vaso de agua, ni una sonrisa, nada, sin una recompensa y la recompensa de Dios es siempre infinita», y les dijo también: «Pensad que Dios os ha dado un don muy grande a vosotros y a vuestras familias y que ese don también es para bien vuestro y para alegría vuestra, para gozo vuestro, para que crezca en vosotros el amor, el afecto, la comunión y la misericordia mutua».
La celebración continuó con la Eucaristía.
