Celebrada la Eucaristía y procesión del Corpus Christi

«La fiesta del Corpus Christi es como una síntesis del misterio de la Salvación, que celebramos durante todo el año», afirmó D. Javier Martínez durante la homilía. El Arzobispo de Granada, D. Javier Martínez, ha presidido esta mañana la Eucaristía y posterior procesión de la Custodia por las calles de la ciudad, con motivo

del Corpus Christi, cuya Solemnidad celebramos este domingo 6 de junio.

Mons. Martínez ha estado acompañado por el clero diocesano y miles de fieles que coparon la Santa Iglesia Catedral, así como los niños que han hecho la Primera Comunión.

Asimismo, en la Eucaristía y procesión del Santísimo Sacramento también han estado presentes numerosas hermandades y cofradías granadinas, así como las autoridades civiles locales, presididos por el Alcalde de Granada, D. José Torres Hurtado, policiales y militares.

Fiesta del Corpus
“La fiesta del Corpus Christi es como una síntesis del misterio de la Salvación, que celebramos durante todo el año”, afirmó D. Javier Martínez durante la homilía.

El Arzobispo de Granada subrayó que “no hay Eucaristía sin la memoria de la ofrenda de Cristo por nuestros pecados”. En este sentido, Mons. Javier Martínez subrayó que por un amor infinito y gratuito hacia cada uno de nosotros, “Él ha querido quedarse con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo; y misteriosamente, Cristo vivo, vencedor del pecado y de la muerte se hace presente en medio de nosotros”.

Asimismo, el Arzobispo de Granada habló de la Adoración, de la que dijo “no podemos celebrar este día del Corpus” sin que surja esta palabra. “Pero una Adoración no simplemente intimista, sino una Adoración llena de corazón, de la sorpresa de un amor inmerecido, llena de la alegría de la presencia inagotable de Cristo entre nosotros”.

“Hasta la misma Procesión expresa esa cercanía de Cristo. Y si me lo permitís, hasta mis ‘carreras’ para bendecir detrás del Señor a todos los que sea posible bendecir de cuantos estáis en la Procesión trata de hacer visible el gesto del Señor que quisiera llegar a cada hombre y a cada mujer, a su corazón, para decirle ‘no estás solo en la vida, necesitas de Cristo y Cristo está aquí, y Cristo te quiere’”.

“Sea cual sea tu vida y tu historia –continuó-, Cristo considera un paraíso tu persona y tu corazón al que quiere entrar para llenarte de alegría y permitirte vivir con esperanza, para poder introducirte en el gozo de esta comunión que es la familia de los hijos de Dios con todas sus miserias, pero de la que nadie podrá arrancar jamás en nuestra pequeñez la presencia fiel, siempre fiel, eternamente fiel, de nuestro Señor Jesucristo”, explicó.

“Adoramos un milagro”
Durante la homilía, D. Javier Martínez habló del milagro: “Adoramos un milagro, el milagro de nuestra redención, de la obra de Dios en medio de nosotros, en nuestra pobre historia humana tan llena de mezquindades y de pasiones”. “Pero, en medio de esa trama de pasiones, resplandece –como resplandece el Señor en la Custodia- el amor infinito de Dios por la humanidad, por cada hombre y por cada mujer”.

Asimismo, nuestro Arzobispo señaló que lo único que la Iglesia tiene que anunciar es que “Dios te ama, Cristo ha venido por ti”. “Cada persona necesita ese anuncio para poder recuperar el sentido de la dignidad del vivir, el sentido de una humanidad grande porque es desbordante de gratuidad, porque llena y está traspasada por el amor sin fin de Cristo. Adoramos un milagro”.

En el Año Sacerdotal, a punto de concluir, Mons. Martínez recordó que “el pan y el vino comunes se convierten en  el Cuerpo y en la Sangre porque Cristo se hace presente en ellos por las palabras de la Consagración y por la invocación del Espíritu Santo del sacerdote de una manera misteriosa”.

La finalidad con la que Cristo viene a nuestro altar es porque “desea venir al altar que somos cada uno de nosotros”, indicó. “Porque su amor y su pasión por nosotros, por nuestra vida, para que podamos participar de la eternidad y  ser verdaderamente aquello para lo que hemos sido creados, le desea acercarse a cada uno de nosotros y unirse a nosotros con un amor fiel, incondicional, eterno, sin límites: eso es lo que adoramos”.

En este sentido, nuestro Arzobispo explicó que lo que adoramos “no es sólo un milagro exterior a nosotros, que no tiene que ver con nosotros, sino el milagro que permanece a través de los siglos y que tiene un destinatario: cada uno de nosotros”.

Mons. Martínez también habló de la comunión de la Iglesia, sobre la que señaló “no somos anónimos”, sino que “somos los unos miembros de los otros”, y sin esta familia que es la Iglesia “hasta la familia de la carne, se disuelve, se rompe y se destruye”. “Formamos una familia más poderosa que los lazos de la carne, porque nos da la vida divina que nos permite valorar y sostener el amor a esa familia donde estamos y vivimos”.

En la procesión de la Custodia con motivo del Corpus Christi numerosos balcones estaban engalanados para acoger al Santísimo y se lanzaron pétalos de rosa, como expresión de amor y grandeza por el Señor.

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