“Todos estamos llamados a una fraternidad”

Mensaje de fraternidad por invitación del Instituto Real de Estudios Interreligiosos, con sede en Amman (Jordania), ante la iniciativa propuesta por el Comité Superior para la Fraternidad Humana, para rezar el 14 de mayo por el fin de la pandemia global.

En la oración que el Papa Francisco hizo en el Vaticano en los días del comienzo de esta pandemia usó una metáfora que luego yo he oído escuchar a varias personas: estamos todos en la misma barca.

Tal es la primera vez en la Historia, quizás después del Diluvio, y ciertamente en la historia moderna donde todos los hombres y mujeres del mundo nos sentimos en la misma barca.

Todos estamos amenazados por la misma realidad: por el virus. Todos podemos vivir esto como una situación que nos refugie en el individualismo y que nos encierre en nuestra soledad. Pero también es una oportunidad para reconocer que todos somos hijos del mismo Padre; que todos estamos llamados a una fraternidad; que todos somos miembros de la misma raza, creados por el mismo Dios. Que todos tenemos necesidad unos de otros y, al mismo tiempo, que todos tenemos que cooperar unos con otros para seguir juntos el camino de la historia y no como enemigos, no como competidores por el poder o por el dinero, sino como hermanos. El Dios misericordioso, el Dios bueno, el Dios que ha creado al hombre por misericordia y con afecto, y que tiene afecto por sus criaturas, no puede querer todas las divisiones y todas las luchas de poder y de todo tipo que han llenado la historia. Nos quiere como hermanos. Y tal vez el estar en la misma barca nos da una oportunidad única de sentirnos hermanos, de cooperar, de desear el bien de todos. Porque, o todos perecemos o nos salvamos juntos.

Yo quiero pedir al Señor -al Señor de la Historia y al Señor de la Misericordia- que abra nuestros corazones. Tal vez para nosotros occidentales es muy habitual echar culpas a Dios de los males que vivimos los hombres, pero no podemos olvidar que hemos construido un mundo hecho de avaricia, hecho de ganas de poder; un mundo hecho de afirmarnos a nosotros mismos a costa o en contra de los demás, de querer nuestro progreso, y nuestra vida agradable y fácil, aunque los demás tengan que sufrir por ella. Ahora mismo, eso se hace cada vez menos posible. Todos nos necesitamos. Todos necesitamos cooperar, para que el mundo pueda orientarse hacia un camino de paz y de fraternidad, que sería conforme a la Voluntad de Dios.

Yo Le pido al Señor que nos abra nuestros corazones, los de todos. Que nos abra a la generosidad; que nos abra al deseo del bien de los otros; que nos abra a la misericordia, de forma a nadie sintamos como extraño, que en ningún lugar nos podamos sentir como extraños; que todos podamos vivir más y más como hermanos. Es, o la fraternidad o la destrucción, pero la destrucción de todos.

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

14 de mayo de 2020 (Granada)

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