“Cristo ha vencido y en él se cumple la ley y los profetas”

Homilía del arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, en el II Domingo de Cuaresma, en la S.A.I Catedral el 16 de marzo de 2025.

Queridos sacerdotes concelebrantes, especialmente los rectores de nuestros seminarios,

Queridos seminaristas de Granada,

Queridos hermanos y hermanas,

Estamos en el segundo domingo de Cuaresma. Aunque es el ciclo A de las lecturas dominicales el que mantiene en este tiempo especialmente el ritmo catecumenal de cara, o bautismal si queréis. Porque, al fin y al cabo, la Cuaresma no es otra cosa que una puesta a punto de la vida cristiana. Para los que van a recibir el bautismo en la Pascua es la aproximación próxima que nos trae, y todavía realidad, los ritos progresivos ya de una inserción en la vida cristiana, que culminan con la recepción del bautismo en la Vigilia Pascual. Pero para nosotros, cristianos viejos. O al menos, que hace ya muchos años, puede parecernos que el bautismo se nos pierde en la noche de nuestros años. El bautismo es el sacramento fundante de nuestra vida.

Y cada año el tiempo litúrgico, que es un ir siguiendo el misterio de Cristo, especialmente en este tiempo de Cuaresma, es para poner a punto nuestra vida cristiana con aquellos sentimientos que el apóstol se atribuye a sí mismo. Y que precisamente en la carta a los Filipenses, esta carta que estamos escuchando en estos domingos en su comunidad predilecta de Filipo, les dirá: “tener los sentimientos de Cristo”.

No es otra cosa la vida cristiana, queridos amigos. No es otra cosa la santidad. Vivir como Cristo. Ser otros Cristos en medio de nuestras circunstancias ordinarias. Porque eso, además, es el denominador común de los cristianos, de los santos. Siendo cada uno muy distinto. Su numerador es muy distinto. Y si el domingo pasado, en esta enseñanza, en esta catequesis cuaresmal, la Palabra de Dios nos traía las tentaciones para expresarle a los cristianos que se bautizaban o se iban a bautizar, que la vida cristiana lleva consigo lucha contra el pecado. Pero Cristo ha vencido. En quien no hay pecado se ha sometido a la tentación para mostrarnos como modelo del cristiano, el ejemplo. En esas tentaciones que son como el ejemplo, la síntesis de las tentaciones en la vida. Y que el maligno existe. No es una figura mítica, sino que está en nuestras vidas.

Un obispo santo, le preguntaba el Papa Juan Pablo II: “¿Usted ha visto al demonio? Y este obispo decía: “No, Santo Padre, pero lo siento”. Y decía San Juan Pablo II, el Papa santo: “Lo mismo le pasa al Papa”. No lo hemos visto, pero lo sentimos en nuestro interior cuando hay esa inclinación al mal. Bueno, pues las tentaciones son unas luchas… Una lucha para seguir a Cristo. Una lucha que supone la respuesta del hombre, ayudado por la gracia, a lo que Dios le pide en el combate cristiano.

Somos milites Cristi, soldados de Cristo. En este segundo domingo, la Iglesia primitiva y a lo largo de los siglos, en este tiempo cuaresmal, nos pone en el segundo domingo de Cuaresma, pues la escena de la transfiguración. Para que esos catecúmenos que se preparaban para el bautismo no piensen que todo es negativo, que solo es lucha, que solo son tentaciones, sino que Cristo ha vencido y en él se cumple la ley y los profetas.

Y nos muestra esta escena, en este caso de San Lucas, en que Cristo se lleva a tres de sus apóstoles Pedro, Santiago y Juan al monte Tabor, y se transfigura delante de ellos. Y aparecen hablando con Jesús, Moisés y Elías, que representan a la ley y los profetas. Porque iba a pasar a la Pasión. Porque la cruz, queridos amigos, forma parte de la vida cristiana.

La vida cristiana no es un camino de rosas. El Señor nos habla muy claro. El seguimiento de Cristo es tomar la cruz, que no es algo teórico, sino que aparece en nuestra vida de manera inopinada, de muchas formas. Y esa cruz de cada día no es solo para los momentos heroicos, para los momentos difíciles o martiriales, sino que está en las circunstancias de cada día.

Pero como dice San Pablo en la carta a los Filipenses que hemos escuchado, hay muchos enemigos de la cruz de Cristo. Y nos describe quiénes son esos enemigos. Y esos enemigos y esa situación no es lo propio de la sociedad pagana de Filipo, sino también de la nuestra. Es la mundanización, es la secularización, es el paganismo. Es el materialismo y el consumismo que nos invade.

Es la sociedad hedonista en la que vivimos. No se quiere saber nada de la cruz. En todo caso como adorno, y para muchos estorba incluso la cruz de Cristo. Cuando es la expresión máxima del amor a la humanidad, de la entrega amorosa de un Dios que nos ama hasta el extremo, que se ha entregado por nosotros. La cruz forma parte del itinerario hacia la Pascua.

Es lo que quiere enseñar la Iglesia en esta catequesis bautismal de este segundo domingo de Cuaresma. ¿Quiénes son esos enemigos de la cruz de Cristo? Los que aman más los placeres, el dinero, el poder… Nos lo ha descrito, su Dios es el vientre, los placeres. Y hoy tienen nuevas versiones. Queridos amigos, esto no es solo para los de Filipo, es también para nosotros.

No podemos ser cristianos sin cruz. No podemos ser unos cristianos light. Sino ser cristiano es seguir a Cristo con todas sus consecuencias. Pero el Señor les muestra hoy en el monte Tabor la gloria. Él ha vencido. La cruz no es el final. El Viernes Santo no es el final. Es el camino necesario para la Pascua, para la luz. Es necesario que el Hijo del Hombre pasase por el sufrimiento, asumiese el lugar del hombre, el sufrimiento de forma vicaria por nosotros.

Sus heridas nos han curado dirá el profeta. Luego, queridos amigos, Cristo ha vencido. Cristo ha triunfado. Nosotros tenemos que recordar esto. No seguimos a un líder fallido. No seguimos una idea. No seguimos a un fracasado. Seguimos a alguien cuyo reino no tendrá fin. Pero claro, para esto hay que tomar conciencia de algo que hemos perdido en este ambiente secularista, materialista, mundanizado.

Y es la concepción que tiene un cristiano de que es ciudadano del cielo. Tenemos que tener conciencia de ser gente que cree en la Resurrección, que no todo está de tejas para abajo. Gente que aspira, como nos dice San Pablo, aspirar a los bienes de arriba, donde está Cristo. Él transformará nuestro cuerpo a imagen de su cuerpo glorioso con el poder, la energía que tiene, hemos escuchado.

Luego vamos a pedirle al Señor ese don de la fe para creer nosotros en primer lugar, esto. Y en Él, en Cristo, se cumplen la ley y los profetas. Por eso, aunque Pedro le dice qué bien se está allí, es solo un alto en el camino. Hay momentos de Tabor. Tiene que haberlos, de Cenáculo. Pero la vida es lucha, es confrontación, es no perder que nos dirigimos a la meta, a Cristo resucitado. Ese Dios de la Alianza que hemos escuchado en la primera lectura. Un texto arcaico del libro del Génesis, pero sobre todo una costumbre arcaica entre los pueblos nómadas y semitas, y es trocear los animales para expresar que si uno falta al pacto, se ha troceado igual que aquello. Y el Señor, pasando como fuego en medio del despiece de esos animales, le está mostrando a Abraham que Él es fiel, que Él le ha prometido ser un gran pueblo, tener una gran tierra.

A nosotros, queridos amigos, nos ha prometido el Señor la vida eterna, y no nos ha eximido de las dificultades con las que aquí nos la ganamos.

Vamos a pedirle a la Virgen Santísima que nos ayude. Y hoy, queridos amigos, se celebra el día del Seminario. Por eso están aquí los seminaristas. Hay que pedir que tengamos vocaciones al sacerdocio. Estos seminaristas están aquí con nosotros para que veáis sus caras. Son chavales jóvenes. Para que recen por ellos, para que las familias sean generosas, para que los jóvenes sean amigos de la cruz de Cristo. Como decía Teresa de Jesús: “Estos tiempos recios, hacen falta en ellos, amigos fuertes de Dios”. Ellos son amigos fuertes de Dios.

Queridos hermanos, rezad, pedirle al Señor que envíe obreros a su mies. Ellos son sembradores de esperanza. En primer lugar, para nuestra Iglesia de Granada. Porque son una garantía en las manos de Dios, que es quien da la fidelidad del futuro. Pero son muy pocos para todo lo que necesitamos y para todo lo que necesitamos en nuestro mundo.

Pedirle a la Virgen que interceda por nosotros, por esta gran necesidad de nuestra Iglesia.

Quiero dar las gracias a los formadores por esa labor callada, por esa labor continua de formación de los futuros sacerdotes.

+ José María Gil Tamayo

Arzobispo de Granada

S.A.I Catedral de Granada

16 de marzo de 2025

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