La parroquia de San Francisco y San Eulogio presenta una muestra sobre su vida, conversión, vida consagrada y muerte de una de las discípulas más insignes de San Juan de Ávila
La parroquia de San Francisco y San Eulogio de Córdoba presenta una exposición sobre la vida de Sancha Carrillo, discípula insigne de San Juan de Ávila, a la que fue dirigida Audi, filia, una de las obras más significativa del maestro Ávila. Con una intención didáctica, la muestra pretende mostrar la personalidad desbordante de amor a Dios y promover la devoción a esta joven del siglo XVI que murió con fama de santidad.
El Obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha bendecido la exposición que consta de ejemplares de Audi Filia, una pequeña escultura que representa el momento de su conversión y un panel explicativo de la figura de Sancha Carrillo. Con anterioridad, el director espiritual del Seminario «San Pelagio», Carlos Gallardo Panadero, realizó una semblanza de la Venerable Sancha Carrillo en relación con San Juan de Ávila y la conversión que experimenta en el transcurso de una confesión con el maestro Ávila.
Un lugar de valor didáctico y devocional
A la izquierda del Altar mayor del templo fernandino, se ha instalado una mesa translúcida donde se pueden leer los hitos más importantes de la vida de esta joven que murió con fama de santidad a los 24 años, después de haber renunciado a formar parte de la corte del emperador Carlos V para servir a Dios toda su vida. En el transcurso de una confesión con San Juan de Ávila, la joven, conocida por su belleza y gracia, transformó sus intenciones de progreso social y “al regresar a casa, entró en sus aposentos, se desnudó de sus ropas de seda, guardó sus joyas, cortó sus cabellos y cubrió su cuerpo con saya negra”, se puede leer en esta exposición. Este cambio sorprendió a sus padres y hermanos, que le dejaron a su hija una pequeña casita donde iniciaría una nueva vida consagrada a Dios.
Enfermedad, muerte y enterramiento en Córdoba
La joven falleció en el año 1537, después de gravísimas enfermedades. Su féretro viajó hasta Córdoba y, al paso del Puente Romano, los caballos del cortejo fúnebre se espantaron con tal ímpetu que descolgaron el ataúd y quedó colgado por la parte de los pies, abriéndose por la parte superior y dejando fuera la cabeza de la difunta. El cortejo fúnebre se detuvo, tras apaciguarse los animales, ante el Monasterio de San Pedro el Real. Junto a su cuerpo sin vida viajaban sus padres, un hermano sacerdote y San Juan de Ávila, que encontraron su cuerpo si lesión alguna y “con rostro sereno”. Fue enterrada en la cripta de la Cripta Mayor de dicho Convento Franciscano y su cuerpo fue venerado por los frailes franciscanos y por todos los que conocieron su vida. Esta exposición, bajo a inscripción de su enterramiento quiere mantener vigente la fuerza de la vocación de Sancha de Carrillo.
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