Un nuevo año de gracia y de conmemoraciones diocesanas

Carta semanal del Obispo de Córdoba con motivo del año nuevo. Queridos hermanos y hermanas:

Con la celebración de la solemnidad de Santa María Madre de Dios hemos comenzado un nuevo año, que yo deseo muy feliz a los cristianos de Córdoba y a todos los cordobeses. Lo hemos iniciado de la mejor forma posible, de la mano de Virgen. A ella, que hizo posible la encarnación y el nacimiento del Señor, le pido para todos los vosotros que el año 2008 sea verdaderamente un año de gracia, de verdadera renovación de nuestra vida cristiana y de nuestro compromiso apostólico. Con palabras de la primera lectura de dicha solemnidad os deseo que en el nuevo año que Dios nos concede, "el Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su favor; [que] el Señor se fije en vosotros y os conceda la paz" (Núm 6,24-26).

A lo largo del mismo vamos a celebrar tres efemérides importantes. La primera será el CDXXV aniversario de la fundación de nuestro Seminario Diocesano de San Pelagio, erigido en el año 1583 por el  Obispo Antonio Mauricio de Pazos y Figueroa (1582-1586), cumpliendo muy pronto las disposiciones de la sesión XXIII del Concilio de Trento (15 de julio de 1563). A lo largo de 425 años nuestro Seminario ha dado a la Iglesia cientos de sacerdotes santos, sabios y celosos que han mantenido viva la antorcha de la fe, encendida muy tempranamente en nuestra tierra. Por ello, la celebración de este aniversario tendrá como primera finalidad dar rendidas gracias a Dios por la providencia del todo especial que ha ejercido sobre nuestra Diócesis, permitiendo que no nos hayan faltado nunca los sacerdotes necesarios ni siquiera en los momentos más difíciles de nuestra historia más reciente. La segunda finalidad deberá ser redoblar nuestro empeño en la promoción de las vocaciones sacerdotales, verdadera prioridad de toda la comunidad diocesana, sacerdotes, consagrados, educadores, padres de familia y seminaristas. Todos debemos seguir rogando con insistencia “al Dueño de la mies que envíe operarios a su mies” (Lc 10,2). Todos deberemos seguir pidiendo al Señor con fe y humildad que continúe llamando con amor de hermano a jóvenes dispuestos a participar en su sagrada misión.

El Seminario de San Pelagio es hoy una gozosa realidad. En él se forman ochenta seminaristas, que junto a la veintena de alumnos del Seminario, también Diocesano, Redemptoris Mater, nos acercan al centenar. El próximo día 21 de junio, si Dios quiere, ordenaré once nuevos sacerdotes. No podemos, sin embargo, dormirnos en los laureles. El Seminario es el “verdadero corazón de la Diócesis” (OT 5) y debe ser también la “pupila de los ojos del Obispo”, como afirmara el Papa Pío XI. Todos, comenzando por mí, debemos amar al Seminario, cuidarlo, procurar que no le falten los medios necesarios y velar para que se mantenga fiel a las directrices de la Santa Sede y de nuestra Conferencia Episcopal sobre la formación sacerdotal. Está será la mejor forma de asegurar su pervivencia y sus frutos.

La segunda efemérides que vamos a celebrar será el L aniversario de la muerte de Fray Albino González y Menéndez-Reigada, que rigió nuestra diócesis entre los años 1946 y 1958, calificado por Nieto Cumplido como “el gran Obispo del siglo XX por su inmensa obra social, por la claridad de sus objetivos pastorales y por sus excelentes dotes de gobierno”. Ocasión habrá de glosar su figura a lo largo de este año. Baste ahora decir que en doce años, los años duros y difíciles de la postguerra,  Fray Albino promovió la construcción de treinta nuevos templos parroquiales y llevó a cabo una ingente labor en favor de los más necesitados, desde al amor a Jesucristo que se identifica especialmente con nuestros hermanos más pobres, promoviendo infinidad de acciones sociales y caritativas que fueron pioneras en la Córdoba de los años  40 y 50. Por todo ello, Fray Albino bien merece el homenaje de nuestro recuerdo y de nuestra gratitud.

 En este nuevo año celebraremos, por fin, el MDCL aniversario de la muerte del Obispo Osio de Córdoba, la más importante figura de nuestro episcopologio y el primer Obispo cordobés del que tenemos noticia. Según San Isidoro, murió con 101 años en el año 357. Debió nacer, por tanto, alrededor del año 256, probablemente en Córdoba, para cuya sede fue elegido Obispo en torno al año 290. Fue consejero del emperador Constantino y el primero en descubrir la verdadera peligrosidad del arrianismo, que negaba la divinidad de Cristo. Presidió el Concilio de Nicea del año 325 y a él se debe la introducción en el Símbolo del homoúsion, término que expresa la divinidad de Cristo y su consustancialidad con el Padre.

Quiera Dios que todas estas conmemoraciones, a las que se sumará la celebración del año de San Pablo a partir del 29 de junio, nos ayuden a todos a vivir intensamente nuestra vida cristiana y a dinamizar nuestro ardor apostólico.

Santo y feliz año 2008. Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Obispo de Córdoba

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