La ética de las modernas comunicaciones sociales

Carta Pastoral del Administrador Apostólico de Córdoba, D. Juan José Asenjo Pelegrina. Queridos hermanos y hermanas:

El próximo domingo, 24 de mayo, celebraremos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el lema Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo y amistad. Con este motivo el Papa Benedicto XVI nos ha dirigido un mensaje, en el que nos dice que las nuevas tecnologías digitales están produciendo grandes transformaciones en el mundo de la comunicación y en las relaciones humanas, especialmente entre los jóvenes. El Papa se dirige sobre todo a la llamada generación digital y subraya el potencial extraordinario que albergan las nuevas tecnologías, cuando se usan para favorecer la comprensión y la solidaridad humana. Son entonces un verdadero don para la humanidad. Por ello, se ha de procurar que sus beneficios se pongan al servicio de todos los seres humanos y de todas las comunidades, sobre todo de los más necesitados y vulnerables, como son nuestros hermanos de los países subdesarrollados.

La telefonía móvil, los ordenadores e internet han potenciado la intercomunicación entre todos los lugares de la tierra, cosa impensable hace sólo unos años. Los jóvenes utilizan estos medios para entrar en contacto con otros jóvenes, para encontrar nuevas amistades, para crear comunidades y redes, para buscar información y noticias y para compartir ideas y opiniones. Las familias se comunican fácilmente, aunque sus miembros estén muy lejos unos de otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a documentos, fuentes y descubrimientos científicos, y pueden así trabajar en equipo desde diversos lugares. Todo ello contribuye indudablemente al progreso de la humanidad.

El desarrollo y la popularidad que estos medios han alcanzado entre los usuarios responde al instinto social del ser humano, al anhelo de comunicación y amistad que está inscrito en nuestra propia naturaleza, reflejo del amor comunicativo y unificador de Dios, que quiere hacer del mundo una sola familia. En realidad, cuando nos abrimos a los demás, nos hacemos más plenamente humanos. Pero no basta favorecer el desarrollo de la comunicación entre las personas. Es preciso cuidar además la calidad de los contenidos que se ponen en circulación. En éste, como en otro campos, por ejemplo las investigaciones biomédicas, no vale todo. Es, pues, necesario que la ética –lo que algunos han llamado la infoética– dignifique y modere los avances en este campo tan importante de la vida social. Por ello, el Papa pide a cuantos trabajan en el mundo de la comunicación digital que promuevan una cultura de respeto, diálogo y amistad, en la que se tenga en cuenta la dignidad y el valor de la persona humana, evitando compartir palabras e imágenes degradantes para el ser humano, excluyendo aquello que alimenta el odio y la intolerancia, envilece la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explota a los débiles e indefensos.

Las nuevas tecnologías han abierto caminos para el diálogo entre personas de diversos países, culturas y religiones, permitiendo encontrarse y conocer los valores y tradiciones de otros. Las nuevas formas de comunicación están favoreciendo también la amistad entre las personas y los pueblos. A través de la amistad, un auténtico valor que embellece nuestra vida, crecemos y nos desarrollamos como seres humanos. Por ello, hemos de procurar no banalizar la experiencia de la amistad. La adquisición de nuevas amistades a través de internet no puede ir en menoscabo de nuestra disponibilidad para la familia, los vecinos, nuestros amigos de siempre y las personas que entretejen nuestra vida. Eso sucede cuando el ordenador se convierte en un ídolo y el deseo de entrar en contacto con otros degenera en algo obsesivo. Entonces la persona se aísla, se alteran los ritmos del descanso y se carece de tiempo para el silencio y la reflexión, necesarios para un desarrollo sano y equilibrado de la persona.

Concluye el Papa su mensaje dirigiéndose a los jóvenes católicos, invitándoles a llevar al mundo digital el testimonio de su fe y los valores verdaderamente humanos y cristianos. Les invita también a evangelizar el “continente digital”, con el que tienen mayor afinidad que la generación de sus padres. Les pide, por fin, que a través de las nuevas tecnologías lleven el anuncio de Cristo a los otros jóvenes. “Vosotros –les dice el Papa– conocéis sus temores y sus esperanzas, sus entusiasmos y sus desilusiones. El don más valioso que les podéis ofrecer es compartir con ellos la “buena noticia” de un Dios que se hizo hombre, padeció, murió y resucitó para salvar a la humanidad. El corazón humano anhela un mundo en el que reine el amor, donde los bienes sean compartidos, donde se edifique la unidad, donde la libertad encuentre su propio sentido en la verdad y donde la identidad de cada uno se logre en una comunión respetuosa. La fe puede dar respuesta a estas aspiraciones: ¡sed sus mensajeros!”

Con mucho gusto hago mías las palabras del Papa, al mismo tiempo que a todos os envío mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Administrador Apostólico de Córdoba

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