El Verbo toma carne de María virgen

El Verbo toma carne de María virgen
“Abrazando la vida, construimos esperanza”

Cuentan que un día el P. Villarás, que vivía con san Juan de Ávila, se dirigió al santo
Maestro con una pregunta: Padre, ¿sabe Vd. la noticia? Y san Juan de Ávila le
respondió: -Que el Verbo se ha hecho carne.
Esa es la única noticia, que ilumina todas las demás. Ese acontecimiento es el que
celebramos cada 25 de marzo, 9 meses antes del nacimiento de Jesús en Belén. Vino el
ángel de parte de Dios y entabló un diálogo con María, la llena de gracia, para
anunciarle el plan divino de la redención por medio del Hijo hecho carne en su seno
virginal.
María dialogó con el ángel, no por plantearle dudas ni incertidumbres, sino para
responder más conscientemente en su plena libertad al designio de Dios. La virginidad
de María no era incompatible con su maternidad divina, al contrario, era la plenitud de
esa virginidad, porque era una maternidad en la plenitud de la vitalidad maternal.
Virgen y madre llegan aquí a su máxima expresión.
Preciosa escena, preciosa estampa, que los artistas han representado de múltiples
maneras, intuyendo el misterio que esconde este diálogo del ángel con María. María
acoge el plan de Dios y responde afirmativamente, entregando todo su ser virginal para
ser madre de Dios. Esa fe de María, esa entrega se concreta en una palabra: fiat. Un sí
mayúsculo y creciente, que en el Calvario se ensanchará para un parto doloroso en el
que se convertirá también en madre nuestra.
Y el Verbo se hizo carne a partir de ese momento. La encarnación de Dios ya no es un
proyecto, es una realidad palpitante en el seno de María. En este día celebramos también
la Jornada de la Vida. “Abrazando la vida, construimos esperanza”, nos señala el lema
de este año 2025. El misterio del Verbo encarnado ilumina hoy con luz propia esa fase
oculta de la vida de todo ser humano. Desde la concepción somos personas. Desde el
instante mismo en que el óvulo es fecundado por el espermatozoide, Dios crea el alma y
tenemos una nueva vida, una nueva persona, con todos los derechos de vivir y con todas
las obligaciones de quienes le rodean para no interrumpir su proceso de maduración.
El sí a la vida encuentra hoy escollos a salvar, como es la reivindicación del derecho a
decidir la matanza de esa vida, si no resulta placentera. El aborto se ha generalizado en
España, de manera que son más de dos millones y medio los niños que han sido
abortados desde que se aprobó la ley del aborto en 1985. Toda una catástrofe para la
población española, que sufre esa carencia de natalidad. En el mundo entero, son más
los muertos por el aborto que por la guerra, que nos resulta horrible.
En la fiesta de la vida, encontramos otro reto, que va ampliándose como fruto del
egoísmo que descarta a quienes no valen. Es la vida de los ancianos, de las personas
terminales, de las que merecen cuidados paliativos y no los encuentran. La eutanasia no
es solución, ni el suicidio asistido. La persona que está bien atendida no quiere morirse.
Quien quiere morirse es porque ha sido descartada ya hace tiempo por quienes debieran
cuidarla.

En esta fiesta de la Anunciación – Encarnación, acudamos a María. Ella es
especialmente protectora en los momentos críticos de la historia. Y estamos en un
cambio de época, con múltiples amenazas. Abrazar, acoger y cuidar la vida es construir
esperanza.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.

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