De nuevo, a Guadalupe

Carta Pastoral semanal.

Queridos hermanos y hermanas:

El próximo fin de semana, cientos de jóvenes de nuestra Diócesis peregrinarán de nuevo a Guadalupe. Junto a la Virgen,  tendrán la oportunidad de vivir el gozo de ser cristiano y de pertenecer a la Iglesia. A través de las catequesis, la experiencia del camino, la recepción de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía y de la convivencia fraterna podrán redescubrir la vida nueva que viene de Dios, la verdad que puede saciar su sed de felicidad, que tiene su fuente en Cristo muerto y resucitado y que la Iglesia ha recibido como un tesoro para todos los hombres.

En este Año Sacerdotal, queridos jóvenes, os invito a dar gracias a Dios por el don del sacerdocio ministerial y a pedir por los sacerdotes que día a día entregan su vida para que podáis conocer y amar a Cristo. Nuestra Diócesis está viviendo también el año jubilar de San Francisco Solano, misionero montillano que evangelizó muchos países de América Latina. Él nos recuerda la urgencia de la misión y la necesidad de misioneros que sigan llevando el mensaje de Jesucristo a todos los rincones de la tierra.

El lema escogido para esta XIV Peregrinación a Guadalupe, «¡Levántate y anda!” (Hch 3,6), está tomado del episodio del paralítico que pedía limosna a las puertas del templo de Jerusalén. San Lucas nos cuenta cómo Pedro y Juan se dirigían al templo para orar y se encontraron con un lisiado de nacimiento. Tras mirarlo fijamente, Pedro lo curó invocando el nombre de Jesús: «No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy: ¡en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda!» (Hch 3,6). Cuántos de vosotros, jóvenes, os sentís muchas veces como el paralítico, en la cuneta de la vida, sin saber qué hacer, a quién acudir, obligados por las circunstancias a vivir inmovilizados, a conformaros con lo que os dan, que muchas veces no es lo que realmente necesitáis. Muchos se limitan a daros alguna “limosna” que viene a satisfacer vuestras necesidades más inmediatas, pero que pronto os deja igual de insatisfechos. La Iglesia, como Pedro y Juan, no tiene «oro ni plata», pero os ofrece su mejor tesoro, Jesucristo. Esta es la misión de la Iglesia, la que llevó a Francisco Solano a recorrer América Latina, la que realizan hoy tantos sacerdotes. «Quien no da a Cristo, da demasiado poco», decía la Beata Madre Teresa de Calcuta. Vuestra sed de libertad, de autenticidad, de verdad y de plenitud es, en el fondo, un deseo de Dios que sólo Cristo puede colmar. Por eso, escuchad como dirigidas a vosotros las palabras de Pedro y Juan: «en el nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda» (Hch 3,6).

“¡Levántate!”. Que la desilusión, el desencanto, la incertidumbre ante el futuro no os inmovilice. Con Cristo podéis superar todas las dificultades que encontráis en el camino. Vuestra vida se puede llenar de color y sentido si dejáis que Cristo entre con su gracia en vuestros corazones y habite en ellos. Muchos jóvenes como vosotros son testigos de ello. Si os sentís abrumados por el peso del pecado, volved a escuchar las palabras de misericordia que, a través del sacramento de la Reconciliación, os levantan y recrean.

“¡Anda!”. Que la incertidumbre ante el futuro y el miedo al qué dirán no os paralicen en el seguimiento de Cristo. La vida cristiana es un camino en el que no andar es retroceder. Debemos ponernos continuamente en camino, contracorriente. En él no estáis solos, sino que formáis parte de un pueblo, de una familia, la Iglesia. En ella, son muchísimos los chicos y chicas que caminan en la misma dirección, con las mismas metas, con las mismas inquietudes que vosotros. En la peregrinación tendréis oportunidad de comprobarlo y de sentiros miembros de nuestra gran familia.

Nuestra Diócesis se está preparando también para participar en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011. El pasado mes de abril, el Papa hizo entrega a los jóvenes de España de la Cruz de las Jornadas que recorrerá las Diócesis españolas. Un grupo de jóvenes cordobeses estuvo en Roma y pudo escuchar la invitación del Santo Padre que os repito ahora a vosotros: «Que en el camino hacia Cristo sepáis atraer a vuestros jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para ello, dejad que la fuerza de lo Alto que está dentro de vosotros, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo».

Que la Virgen de Guadalupe os proteja en el camino y os lleve de la mano hasta su hijo Jesús. Poned en sus manos vuestras vidas, vuestras inquietudes, vuestros anhelos. Pedidle también por vuestras familias, por vuestras parroquias, por nuestra Diócesis, por mí y el ministerio que me aguarda, y por nuestro futuro Obispo, para que ambos sirvamos al Señor y a nuestras Iglesias con un corazón generoso y entregado.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José  Asenjo Pelegrina

Administrador Apostólico de Córdoba

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