Antonio Moreno nació en Málaga y tiene raíces granadinas. Es católico laico, casado y padre de siete hijos. Es licenciado en Ciencias de la Información en la Universidad de Málaga y bachiller en Ciencias Religiosas en el ISCR “San Pablo” y trabaja como periodista de la Delegación de Medios de Comunicación Social de la diócesis de Málaga, donde ejerce de portavoz
Experto en redes sociales, sus hilos en Twitter dedicados a narraciones sobre la Navidad, la Cuaresma, los sacramentos, personajes de la Biblia o fiestas cristianas son leídos por miles de personas en España y Latinoamérica, y le valieron el Premio ¡Bravo! de Nuevas Tecnologías 2019 otorgado por la Conferencia Episcopal Española.
Durante varias temporadas colaboró en la programación religiosa de TRECE con la sección «La nube» y en el programa «Tú eres misión», de las Obras Misionales Pontificias. Ha firmado artículos en revistas como Vida Nueva, RS21, Tierra Santa, Supergesto y, actualmente, cuenta con una columna quincenal en el portal digital OMNES. Es autor de «La Caja de los hilos» (2020), Evangelio Popular 2022 (2021) y Un santo para cada día (2021), de la editorial PPC. Ha estado en Córdoba para ofrecer formación permanente a los sacerdotes diocesanos sobre Inteligencia Artificial.
¿Cómo debe adaptarse una parroquia al uso de herramientas de IA?
La Inteligencia Artificial nos ofrece muchas herramientas que nos pueden ayudar en el día a día de nuestras parroquias, pues para las presentaciones, para la catequesis, para la gestión de nuestros fondos documentales, para incluso la puesta en valor de nuestro patrimonio histórico artístico y cultural, para la promoción de nuestras actividades parroquiales, hay muchos mecanismos que nos ayudan y que nos pueden ser muy útiles.
¿Qué tenemos que hacer para adaptarnos a la erupción de la inteligencia artificial?
Lo principal es no hacer lo mismo de siempre, darnos cuenta de que estamos en una época nueva en la que tenemos que tomar medidas nuevas para acercarnos y para llevar el Evangelio de siempre. Los medios digitales también, pero debemos potenciar lo que nos es propio. El Papa Francisco nos ha pedido muchas veces que lo virtual no sustituya a lo real, que la tecnología no suplante el contacto humano. Porque yo creo que la gente está empezando a hartarse de las redes, que al final lo ocupan mucho tiempo y te dejan vacío. ¿Qué es lo propio nuestro, lo propio de la Iglesia? : la comunidad, el contacto físico, el encontrarnos, el celebrar juntos la fe.
Creo que hay que ofrecer espacios para el encuentro personal, pues ya hay otros que no nos lo ofrecen. Una homilía, por ejemplo, la puede redactar ya casi mejor el chat GPT o cualquier programa de inteligencia artificial que un licenciado en teología. Pero la homilía de un creyente, el testimonio de un creyente, eso es inalcanzable para cualquier máquina que no tiene sentimientos, no puede emocionar, no puede dar un testimonio de fe. Por eso, yo creo que la Inteligencia Artificial nos está animando a dar el salto a la fe.
¿La Inteligencia Artificial favorece la comunicación humana o la sustituye?
Nada es bueno o malo por sí mismo, sino por el uso que se le da. Las personas que la usan, lo pueden usar para el bien o para el mal. Cuando salieron las primeras calculadoras nos decía nuestro padre: “no la uses para hacer los deberes de matemáticas”. Las calculadoras vinieron a ayudarnos con las matemáticas pero hay que aprender a hacer los cálculos a mano claro. La inteligencia artificial viene a escribir por nosotros, a pensar por nosotros, a incluso imaginar, crear, fotografiar por nosotros, opinar por nosotros. Depende ya de lo que tú le dejes, si aprovechas para mejorar o para potenciar tus habilidades comunicativas, pues será, por supuesto, una gran ayuda a la comunicación humana, pero si la dejas que sustituya la comunicación humana y le das la llave, le das la rienda de tu vida, pues puede ser un fracaso. La tecnología es útil mientras nos haga más humanos.
¿Cuáles son los riesgos de la aplicación de la IA a la vida de la Iglesia?
Uno de los mayores riesgos para mí de la inteligencia artificial, a nivel eclesial y a nivel humano, es la dificultad para diferenciar la verdad de la mentira, porque las inteligencias artificiales tienen la capacidad de poder hacerse pasar por otra persona. Es muy fácil manipularnos como seres humanos, nos pueden engañar fácilmente, por eso ahora la verdad puede quedar en entredicho más que nunca. Yo creo que hay que estar atentos para que no nos la cuelen y saber que tenemos que fiarnos sólo de quienes sabemos que son confiables, los medios más serios, los profesionales más serios, hay que estar al quite, porque hoy en día es muy fácil engañarnos gracias a la inteligencia artificial. Tenemos que tener ahí un plus de humanidad para saber distinguir la verdad de la mentira.
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