«El Señor os llama a servir»

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

D. Juan José Asenjo a los once nuevos presbíteros. Jesús Enrique Aranda Cano, Juan Luis Carnerero de la Torre, Francisco José  Delgado Alonso, Carlos Jesús Gallardo Panadero, Francisco Manuel Gámez Otero, Carlos Giménez Albiach, Germán Balmore Gómez Santos, Manuel Jiménez del Valle,  Jesús María Moriana Elvira, Jaime Porras Arrebola, Héctor José Sánchez Pérez fueron ordenados presbíteros el pasado sábado en una misa solemne celebrada en la Santa Iglesia Catedral. 

Más de dos mil personas acompañaron a los nuevos presbíteros durante la ceremonia de ordenación sacerdotal que presidió D. Juan José Asenjo y concelebrada por numerosos sacerdotes de la Diócesis.

Este día, la Iglesia de Córdoba celebró uno de los momentos más importantes de la vida de la Diócesis: el Señor nos ha dado once nuevos pastores. Durante la homilía, D. Juan José Asenjo les pidió “sed pastores como Dios quiere, como Jesús: siempre de buena gana y ligeros de equipaje, pues os basta el zurrón y el cayado y, por supuesto, un corazón apasionado por el Señor y por las almas”. Asimismo, les dijo que el Señor los llama a servir: “servir de la mañana a la noche, de sol a sol, sin cálculos ni condescendencias con vosotros mismos”.  Y añadió “el pastor bueno sabe que su servicio no es sólo dar su tiempo o su dinero. Es darse, es entregar la vida al servicio del Señor y de su pueblo. Porque habéis sido llamados para estar con Él, vuestro servicio necesario e inaplazable es actuar en la persona de Cristo, con el que los fieles tienen derecho a veros identificados, hasta tener la certeza de que el Señor vive, ama, predica, perdona, acoge, guía y acompaña a su pueblo a través vuestro”.

D. Juan José Asenjo les reclamó que amen a sus fieles y los ayuden a crecer, renovando cada día el sacrifico de la redención, alimentándolos con la Palabra de vida, presidiéndolos en el amor y haciéndolos fuertes y vigorosos con los sacramentos. También, que anuncien el Evangelio de la salvación “con toda su belleza y radicalidad, sin rebajas ni mermas, ni acomodaciones timoratas y acomplejadas al espíritu del mundo”.

Posteriormente, los nuevos sacerdotes formularon las promesas de colaborar con el Sr. Obispo, predicar la Palabra, celebrar piadosamente la Eucaristía, orar perseveradamente y unirse cada día más a Cristo.

      

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