San Jacinto volvió a abrir un año más sus puertas para acoger a los miles de fieles que visitan a la Señora de Córdoba.
La iglesia de San Jacinto se convierte cada Viernes de Dolores en un constante ir y venir de gente para visitar y rezar ante la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores.
Como marca la tradición, poco antes de las once la mañana, comenzaron a llegar los invitados oficiales, representantes del Consistorio, Agrupación de Cofradías, grupos políticos y miembros de distintas hermandades a las puertas de la iglesia, donde iba a tener lugar la eucaristía del Viernes de Dolores. Mientras tanto, en el interior no cabía ni un alfiler a la espera de que comenzara la Santa Misa presidida por el Obispo y concelebrada por el Vicario General, Francisco J. Orozco; el Delegado diocesano de Hermandades, Pedro Soldado; así como el capellán de San Jacinto, Manuel Mª Hinojosa.
Don Demetrio aprovechó su homilía para felicitar a la cofradía de los Dolores así como al resto de cofradías por la labor que realizan, sobre todo, en estos tiempos de crisis ayudando a las familias y personas más necesitadas. Asimismo, señaló que «entre nuestros sufrimientos siempre tenemos a nuestro lado a María, nuestra Madre que ha ejercitado ese dolor y continúa estando al lado de todos los que sufre siempre».
Finalmente, el obispo encomendó a todo el pueblo cordobés a la Señora de Córdoba e instó a los fieles a «acudir a Ella siempre que lo necesitemos, dejándonos guiar por Ella y sintiendo el consuelo de su maternal corazón».