Se cierra el curso pastoral 2024-2025 con este número de nuestro semanario diocesano “Iglesia en Córdoba” y se abre el merecido compás de un “tiempo de descanso”
Las vacaciones, en expresión del Papa Francisco, “suelen ser muy beneficiosas”, aunque él no era muy dado a tomarlas, y las calificaba como «un periodo de meditación para entrar en sintonía con la Palabra de Dios». Dos grandes fiestas cierran litúrgicamente el mes de julio: la de Santiago Apóstol, patrono de España, y la de los santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María, en la que celebramos el “día de los abuelos”. El Papa Francisco nos dejó, identificándose con los ancianos, lo que denominó como “Canto del anciano”. Es muy hermoso y emotivo. Vale la pena leerlo despacio y reflexionarlo en unos minutos de oración. Dice así:
“Dichosos los que me miran con simpatía.
Dichosos los que comprenden mi lento caminar.
Dichosos los que hablan en voz alta para minimizar mi sordera.
Dichosos los que estrechan con calor mis manos temblorosas.
Dichosos los que se interesan por mi lejana juventud.
Dichosos los que no se cansan de escuchar las historias que repito.
Dichosos los que comprenden mi falta de cariño.
Dichosos los que me regalan parte de su tiempo.
Dichosos los que se acuerdan de mi soledad.
Dichosos los que me acompañan en el sufrimiento.
Dichosos los que alegran los últimos años de mi vida”.
Con la brisa de las bienaventuranzas, este “canto” nos invita a contemplar a los ancianos, abriéndonos a su experiencia, su sabiduría y sus consejos.
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