“Yo tenía que ser para Jesús”: Manuel Requena, diácono que será ordenado sacerdote este 5 de septiembre, en la catedral de Guadix

Diócesis de Cartagena
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La diócesis de Cartagena es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la catedral de Santa María, situada en la ciudad de Murcia.

Manuel Requena González es natural de Guadix, tiene 26 años (1994) y va a ser ordenado sacerdote en la catedral accitana el sábado 5 de septiembre. Comenzó sus estudios en el Semanario Menor de Guadix y los ha completado en el Seminario de la diócesis de Cartagena, donde cursan sus estudios los seminaristas mayores de la diócesis accitana. Fue ordenado diácono en 2019 y aún sigue estudiando una Licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad Eclesiástica de San Dámaso (en la extensión que tiene en Córdoba). Con él hemos hablado antes de su ordenación sacerdotal.

– ¿Cómo ha sido tu proceso vocacional? ¿Cuándo te planteaste la posibilidad de ser cura?

Cuando hablamos de vocación sacerdotal, hemos de pensar que es algo sobrenatural (como se nos ha dicho en los Ejercicios Espirituales estos días previos a la Ordenación). Es la «llamada» libre y gratuita que Dios hace a quien quiere por amor y lo capacita para ser otro Cristo en medio del mundo. En mi caso particular, esta llamada se produjo cuando apenas tenía 3 años. Mi proceso vocacional ha sido largo, pero también intenso y muy hermoso. Cuando estaba en el colegio, me hablaron por primera vez de Cristo, de su Madre y de lo que Jesús había hecho por todos y por mí. Ahí conocí a nuestro Señor: su vida, su mensaje, y eso me enamoró. Luego, el Señor ha ido enamorándome más y he ido afianzando mi vocación.

Al principio, cuando uno es muy pequeño, ve a Dios con los ojos de un niño y como lo piensa un niño. Tengo en el corazón un recuerdo muy especial que me marcó. Fue la imagen de un Niño Jesús que era de mi abuela y que yo soñaba con ir a verla, (no a ella), sino a esa imagen, y tenerla acurrucada sobre mi pecho el tiempo que duraba la visita. Esa imagen la conservo ahora tras el fallecimiento de mi abuela y, viendo la historia y los acontecimientos, sólo tengo que dar gracias a Dios porque, desde los primeros momentos de mi vida, ya me manifestó su voluntad: «yo tenía que ser para Jesús».

-En Guadix, que es donde naciste, y tus amigos ¿Qué dicen sobre el hecho de que vayas a ser Cura? ¿Y tu familia?, seguro que con ella lo has tenido fácil.

La decisión de ser sacerdote, desde la entrega libre de mi vida por amor a Cristo, a su Iglesia y a las almas, no ha sido una cuestión sorpresa para los que me conocen. ¡Era de esperar! De hecho, cuando estos días me encuentro con los amigos y familiares, me dicen: «por fin ha llegado el día más esperado de tu vida. ¡Si es que ya desde chico se te notaba!» Nadie me ha mostrado su disconformidad en la elección de mi vocación, que es puro don. Al contrario, en este mundo donde tanto se necesita de la presencia de Dios, los familiares y amigos dan gracias al Señor porque he decidido entregar mi vida y mi juventud por el Evangelio. Eso, hoy, tal y como están las cosas, es para pensarlo… Pero sé que no estoy sólo que el Señor es el que me ha llamado y sé que con su gracia caminaré hacia donde Él quiera, como Él quiera y donde Él quiera.

– ¿Cómo quisieras que fuese tu sacerdocio, tu vida de cura?

En los Ejercicios Espirituales de San Ignacio se invita a la persona que los hace a «la elección del estado de vida». En mi caso, yo ya elegí ese estado en el diaconado (me consagré a Dios). Ahora, en mi sacerdocio, quiero vivir el lema que he elegido para mi Ordenación y para siempre: «estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quién vive en mí» (Gál 2, 19-20).

Muchos pensarán: «¡Vaya lema difícil!, ¿cómo piensa vivir eso este que es tan joven y le queda tanto por ver?» La respuesta es: «El Corazón de Jesús.» Quiero vivir mi sacerdocio desde el Corazón de Jesús, que se abrió de par en par en la Cruz por ti y por mí, para darnos todo su amor. Por eso, no hay casualidades en la vida y el Señor ha querido que la Ordenación sea precisamente al comienzo del Año Diocesano del Sagrado Corazón de Jesús, que la diócesis de Guadix está celebrando.

Yo tengo que confesar que es el Señor el que quiere que viva mi sacerdocio por y para su Corazón. La devoción al Corazón de Jesús no es algo de ayer, no ha pasado de moda, y ¡no es cosa de nuestros abuelos! Al contrario, hoy tiene mucho que decirnos y este Corazón necesita de laicos, sacerdotes y consagrados que se entreguen a Él y lo hagan presente para que los que no lo conocen lo amen. El Corazón de Jesús necesita reparación… Y ahí quiero estar yo, consolándole por los que no lo hacen. ¡Dios me ayude y me conceda la gracia de que, cuando me muera, pueda decir «¡gracias Señor! porque he vivido toda mi vida crucificado contigo, amando tu Corazón y haciéndolo amar a las almas que a lo largo de mi ministerio me has entregado.»

-No es fácil ser Cura hoy en día, ¿Qué hay más en ti, temor o ilusión, ahora que se acerca el paso definitivo?

Ambas cosas, pero tengo que decir que tengo muchísima más ilusión que temor, porque sé que no voy a ser sacerdote por un capricho mío, sino que el Señor me ha llamado (puedo decir que desde siempre), y Él es el que me ha capacitado y preparado para este momento.

Luego, por otra parte, sé que no estaré sólo donde vaya a servir en mi primera misión pastoral: contaré con la presencia de la Virgen y Ella es el otro pilar fundamental en la vida de cada cristiano. La Virgen es la mejor evangelizadora de cada pueblo y, por eso, el lugar en donde está, se vive de otra manera, es decir, una espiritualidad profunda y un amor verdadero a la Iglesia, como conocemos en muchos pueblos de nuestra diócesis. Por eso, temor ninguno e ilusión muchísima.

-¿Qué le dirías a los jóvenes que tengan alguna inquietud vocacional?

A los jóvenes les digo que no tengan miedo de fiarse de Dios, ni de su Iglesia. El Señor los necesita ahora y los necesita con su juventud, con su compromiso.

Yo ,como joven, les doy este consejo: «¡jamás dejéis a un lado vuestra vocación por miedo, o por querer ser otra cosa en la vida!» Si el Señor te llama, haz como María: ella era una joven en su aldea de Nazaret que dijo «Sí» al plan del Señor, (sin entenderlo mucho, pero confiaba en el Señor). Por eso, nunca hay que tener miedo a equivocarse o a que las cosas vayan mal, porque en la Iglesia muchos se han equivocado pero con la ayuda de Dios han vuelto a la fidelidad y han seguido adelante con su vocación.

La Iglesia de Guadix os necesita, porque sois la alegría y el futuro. Esperemos que juntos, podamos seguir llevando el amor de Jesucristo a todos los rincones de nuestros pueblos.

– En el camino que llevas recorrido hasta ahora, estás contento e ilusionado con la vocación que has recibido?

Esta pregunta me hace pensar en el Seminario y, ante esto, no tengo nada más que dar gracias a Dios. Es lo que se conoce como «memoria agradecida.»

Han sido años intensos de formación, de pensar muchas cosas, de tentación, de prueba… También de gracia y misericordia. Aprovecho para agradecer a la diócesis de Guadix todo lo que ha hecho desde sus posibilidades para ayudarme (como una madre) a caminar y a ir afianzando mi vocación.

Y también tengo que agradecer a la diócesis de Cartagena la misión tan hermosa que está llevando a cabo y que ya se conoce: formar a los seminaristas accitanos, con mucha entrega, cariño, dedicación y esfuerzo, para que luego puedan regresar y servir en Guadix. ¡Esto es la verdadera fraternidad!, cuando no hay fronteras y se vive la Iglesia desde su dimensión universal. Por eso, puedo decir gracias al Señor, que me ha permitido formarme con todos los valores propios de la vocación sacerdotal, pero concretamente en este: la universalidad de la Iglesia, que sólo tiene una meta: el Cielo.

Ahora estoy dispuesto a servir a donde el Espíritu Santo y la Iglesia en la persona de nuestro obispo disponga.

Antonio Gómez

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