Veintinueve adultos reciben los Sacramentos de Iniciación Cristiana en la Catedral

Diócesis de Cartagena
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La diócesis de Cartagena es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la catedral de Santa María, situada en la ciudad de Murcia.

“En vosotros está haciendo el Señor una bella historia”, con estas palabras dio la enhorabuena el Obispo de Cartagena a los 29 adultos, de diferentes parroquias de la Diócesis, que recibieron ayer los Sacramentos de Iniciación Cristiana en la celebración que tuvo lugar en la Catedral. Doce de estos recibieron el Bautismo, la Confirmación y la Comunión; el resto, diecisiete, tan sólo la Confirmación.

Como ya es habitual, esta celebración tuvo lugar el segundo domingo de Pascua, coincidiendo con la fiesta de la Divina Misericordia, y fue presidida por Mons. José Manuel Lorca Planes, quien los animó a no decaer en el camino que iniciaban: “Dios os ha acogido como el padre de la parábola del hijo pródigo, con los brazos abiertos”. Asimismo, los invitó a leed la Biblia “de una manera ordenada”; a buscar a quienes les “ayuden a caminar”; “acogeos a la parroquia y pedid a vuestro párroco para que os oriente en vuestra vida, para vivir más intensamente la fe en la comunidad parroquial”.

Además, el Obispo exhortó a los catecúmenos a “abrir los ojos para que esta aventura de seguir a Cristo” fuera su “seña de identidad”, recordándoles que deben estar cerca de los más necesitados: “estar cerca de Dios os llevará a estar cerca de los demás. Por eso, no olvidéis que la caridad es el estilo que caracteriza al cristiano”.

Tras la homilía tuvo lugar el Bautismo de los catecúmenos, por el que quedaron incorporados a la Iglesia, sus padrinos vistieron a los nuevos bautizados con un alba blanca, como signo de pureza. Seguidamente, se administró el Sacramento de la Confirmación y, finalmente, todos los catecúmenos participaron en la Eucaristía recibiendo la Comunión bajo las dos especies (Pan y Vino).

Al terminar la Eucaristía, Mons. Lorca entregó a cada uno una cruz, como símbolo de los sacramentos que habían recibido, animándolos a que “Cristo sea luz” para sus vidas.

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