«Un grito se oye en Ramá»

Diócesis de Cartagena
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En la octava de Navidad se celebra el día de los Santos Inocentes, los niños que murieron por mano de Herodes cuando este quiso eliminar al rey que había nacido en Belén.

El 28 de diciembre la Iglesia celebra la fiesta de los Santos Inocentes, en la que se conmemora el acontecimiento descrito en el evangelio de Mateo sobre los niños que Herodes mandó asesinar en un intento de matar a aquel Niño que había nacido en Belén y que sería el rey de los judíos. El texto recoge cómo los magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando por el rey que había nacido, porque habían visto salir su estrella y venían a adorarlo. Al enterarse Herodes, gobernador de Galilea y de Judea, interrogó a los sabios, que le indicaron que, según las Escrituras, aquel rey surgiría de Belén de Judá. Alarmado por ver su poder en peligro, hizo llamar a los magos para que, cuando encontraran al Niño, le informaran bajo pretexto de ir él también a adorarlo, aunque en realidad planeaba matarlo. Cuando los magos hallaron a Jesús, fueron advertidos en sueños para retirarse por otro camino; y Herodes, al saberlo, montó en cólera y, por miedo y ambición, mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores.

El sacerdote Jaime Palao explica que estos hechos, junto a la aparición de la estrella, la adoración de los magos a Jesús y también la huida de la Sagrada Familia a Egipto, para escapar de la ira de Herodes, están referidos en el capítulo 2 de Mateo; aunque resulta curioso que, en sus versículos 17 y 18, indica que en esta matanza de los inocentes se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven» (Jer 31, 15).

Palao precisa que Jeremías escribe esas palabras en el contexto histórico en el que los asirios habían conquistado el reino de Israel, en el norte; de manera que muchos israelitas tuvieron que huir al sur, al reino de Judá, para salvar la vida. Por eso menciona al personaje bíblico de Raquel, la esposa de Jacob de quien nacieron José y Benjamín, porque las tribus predominantes en el norte eran las de Efraín y Manasés, que procedían de los hijos de José y descendían, por tanto, de Raquel. Los asirios, además, estaban atacando a los judíos en el entorno de Ramá, el lugar donde, según el primer libro de Samuel, se encontraba la tumba de Raquel. «Cuando se produce la matanza de los inocentes por manos del rey Herodes, el evangelista Mateo introduce este versículo dando cumplimiento a lo que había dicho el profeta Jeremías, que se refirió a Raquel como la madre de Israel, que llora simbólicamente a los hijos inocentes, a los judíos que en tiempos del profeta eran asesinados por los asirios injustamente».

Mártires de la Iglesia

En la fiesta de los Santos Inocentes, continúa Palao, «lo que se conmemora fundamentalmente es la matanza de esos niños inocentes de Belén, que la Iglesia contempla como mártires»; de ahí que en la liturgia de ese día «se vista de rojo y los textos hablen del martirio». En el arte, además, «se ha representado a estos niños con palmas en sus manos, como verdaderos mártires».

Es una fiesta celebrada, al menos, desde el siglo IV, tanto en la Iglesia de Occidente como en la de Oriente, por lo que «ha sido desde siempre una fiesta muy significativa para la piedad y para la vida de los cristianos».

Una dimensión profética para el mundo de hoy

La dureza de lo conmemorado en este día contrasta con la alegría del tiempo de Navidad. «No sabemos cuántos niños murieron, pero aunque fuera solo uno, es una fiesta cruda, porque conmemora la muerte de unos niños inocentes por envidia, por miedo». Una fiesta que, como cristianos, «nos invita a tomar muy en serio el valor de la vida y ver hasta qué punto el pecado tiende siempre a destruirla», y no solo en situaciones extremas como lo es la matanza de unos niños, sino también en pequeñas acciones como «un comentario o una crítica».

El día de los Santos Inocentes también recuerda que en la actualidad «mueren muchos niños inocentes, nacidos y no nacidos; porque muchos nacen, pero en situaciones que son indignas y que les lleva a una muerte prematura; y otros muchos niños mueren de forma provocada antes de nacer mediante el aborto». Así, esta fiesta se presenta también con «una dimensión profética», porque destaca «cómo tantos inocentes mueren hoy y cómo el rechazo a Cristo lleva al rechazo que elimina a los demás».

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