Vida consagrada contemplativa

Escrito del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, en el Domingo de la Santísima Trinidad. En la Solemnidad de la Santísima Trinidad celebramos el día de la Vida Consagrada Contemplativa, el día de tantas personas que en los monasterios han consagrado sus vidas totalmente a Dios en la oración, en el silencio y en lo escondido. Para un mundo de «fuertes» estas personas no tienen significación, ni sentido, porque son clasificadas de «débiles», sin embargo, qué equivocados están, porque la misma opción de entrar en un monasterio, a una vida consagrada, sólo le está permitido al héroe, a la persona que valora la vida y la ha tomado muy en serio. Estas personas han pensado bien sobre la decisión. Muchos conocemos a «numerosas personas que abandonan carreras profesionales, con frecuencia prometedoras, para abrazar la austera regla de un monasterio de clausura. ¿Qué les lleva a dar un paso tan comprometedor si no es el haber comprendido, como enseña el Evangelio, que el Reino de los cielos es ‘un tesoro’ por el que vale verdaderamente la pena abandonarlo todo?». El Papa Benedicto XVI comentaba que éstos han entendido que «Dios es el único apoyo que nunca se tambalea, la roca inquebrantable de fidelidad y de amor» y que «los monasterios de vida contemplativa se presentan como ‘oasis’ en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede recurrir a los manantiales del Espíritu y saciar la sed en medio del camino». Sigue diciendo el Papa que: «Estos lugares, aparentemente inútiles, son, por el contrario, indispensables, como los ‘pulmones’ verdes de una ciudad: son beneficiosos para todos, incluso para los que no los visitan o quizá no saben que existen».

Acordaos en este día de la Santísima Trinidad de las hermanas de los monasterios de clausura de nuestra Diócesis y dad gracias a Dios por cada una de ellas, porque se han ofrecido a Dios por nosotros, rezan por todos y alaban al Señor siempre; sus rostros los preside una perenne alegría y son el honor de la Iglesia y un torrente de gracias celestiales. Bendecid a Dios por nuestras hermanas y pedidle que surjan más vocaciones para seguir sus pasos, para imitar su ejemplo, para que entiendan que nadie les va a hacer más felices que el Señor, porque sólo Dios basta.

En un poema, alguien les dedicaba estas palabras: «Vosotras dais sentido a la vida de los hombres, en silencio, con la sencillez de vuestra pobreza, con la humildad de vuestra obediencia, con la pureza de vuestra castidad». Hoy, hermanas, os devolvemos nuestro agradecimiento con una oración y con todo el cariño del mundo.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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