Solemnidad del Corpus Christi

Escrito del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.

Celebramos la solemnidad del Corpus Christi, la fiesta de la Eucaristía, del sacerdocio y de la caridad, pero sobre todo, es la fiesta de la presencia de Cristo en medio de nosotros. El recuerdo del texto evangélico sobre los discípulos de Emaús nos confirma que esta ha sido su intención. Cuando los discípulos de Emaús le pidieron a Jesús que se quedara «con» ellos, Él les contestó con un don mucho mayor. En la Eucaristía, el Señor se ha quedado con nosotros, pero de una manera especial, no sólo con nosotros, sino en nosotros; entramos en profunda comunión con Jesús, «permaneced en mí, y yo en vosotros» (Jn.15,4). Esta relación de íntima y recíproca «permanencia» nos permite anticipar, en cierto modo, el cielo en la tierra (MND.19).

La Eucaristía es la epifanía del corazón de Cristo, del Buen Pastor, la puerta abierta que nos permite el acceso a la vida abundante. Cuando uno está ante el sagrario sabes que el Señor te conoce y te llama por tu nombre a una comunión inigualable con Él; que da su propia vida por las ovejas, que nos expresa su insaciable sed de que a todos llegue el conocimiento de la Verdad y de la predilección de su amor. La procesión del Corpus es una catequesis sin palabras, es al mismo Jesús sacramentado al que vemos. Todos debemos salir a la calle y participar en la procesión, no tengáis vergüenza, que la Eucaristía es la fuente de la vida cristiana, pues quien participa de ella recibe el impulso y la fuerza necesaria para vivir como auténtico cristiano. La ofrenda de Cristo en la cruz, hecha presente en el sacrificio eucarístico, comunica al creyente su dinamismo de amor generoso; el banquete eucarístico nutre a los fieles con el Cuerpo y la Sangre del Cordero divino, inmolado por nosotros y les da la fuerza para «seguir sus huellas»(Cfr. 1 Pe 2, 21 ).

En la solemnidad del Corpus actualizamos nuestra identidad, la vida en caridad. Abrid los ojos y veréis que es posible esta forma de vivir, asomaos a las actividades de Cáritas y comprobaréis que la gente que trabaja por los más necesitados son tus vecinos, tus amigos, gente normal que se han creído la fuerza que tiene la caridad y, sencillamente, se fían de Dios ofreciéndose a sí mismos en tareas de servicio. Los voluntarios que trabajan en las Cáritas parroquiales y todos los que están sirviendo a los necesitados oyeron un día que el Corpus es el día de Cáritas. Como os podéis imaginar esto no pasa desapercibido, porque un cristiano bien formado activa su fe, la dimensión sobrenatural y se sensibiliza más de las necesidades de los hermanos, crece en la dimensión fraterna.

Muchas felicidades a todos y os exhorto a colaborar con Cáritas siempre, pero hoy de forma especial.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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