Obras son amores

Reflexión semanal del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.

La Palabra de Dios es un descanso para el alma. En esta semana volveremos a tener la oportunidad de escuchar en la Eucaristía una Palabra exigente, que nos inquieta en lo más hondo de nuestro ser, porque nos pide coherencia de vida, pero nos acerca a la verdad y ahí descansaremos. El Evangelio nos presenta una parábola sin complicaciones, directa: la historia de un hijo que le dice a su padre «no», pero recapacita y hace lo que le pide; y otro que responde velozmente que «sí», pero no cumple su palabra. En realidad, todo va apuntando a lo que conocemos en la sabiduría popular por «obras son amores». Si nos acercamos al Señor debe ser desde la verdad y esto necesita un cambio de ruta, coherencia y conversión.

El sí que nos pide Dios es a la mística de acercarnos a los demás con un amor samaritano. Él sale al encuentro de cada fiel, pero también de toda la comunidad, para llevar a cabo la tarea de la caridad. Nuestra respuesta debe ser sin dudas una peregrinación al corazón de Dios, la fuente del amor. La puerta de acceso a la Trinidad no está oculta, está a plena luz y es visible por nosotros: es Jesucristo, que se ha hecho uno de nosotros y nos habla con nuestro propio lenguaje por medio del misterio de su vida y de su Palabra.

El Evangelio nos pide coherencia entre la respuesta a Dios y nuestra vida, esta es la aventura más seria que debemos recorrer, pero se trata de una aventura posible, así que abramos los ojos, que está a nuestro alcance. Jesucristo es ejemplo y modelo de obediencia libremente aceptada a la voluntad del Padre. La sumisión de Jesús al Padre, en antítesis con la desobediencia del primer Adán, continúa siendo la expresión de la unión más profunda entre el Padre y el Hijo, reflejo de la unidad trinitaria: «Conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre y que según el mandato que me dio el Padre, así hago» (Jn 14, 31). Más todavía, esta unión de voluntades en función de la salvación del hombre, revela definitivamente la verdad sobre Dios en su esencia íntima: el Amor. Pero, al mismo tiempo, revela que Dios es la fuente originaria de la salvación del mundo y del hombre, que no se ha desentendido de nosotros, de su obra de la creación, y que no se cansa de protegernos y cuidarnos. Dios es la Vida y la luz de los hombres (cf. Jn 1, 4).

El grito del salmista que pide ayuda a Dios para que le salve de sus angustias, tiene una respuesta clara, será escuchado. Todo hombre, también el condenado, el marginado, el que sufre de cualquier manera en el cuerpo o en el espíritu, tiene un motivo supremo para la esperanza: Dios está con él en su dolor. Decirle a Dios que «sí», como la Virgen María, es comprometerse a seguir sus pasos: amar sin medida. Ahí radica la fuente inagotable del amor al prójimo como a uno mismo. Nadie debe dejar de amar por ningún motivo: hay una sangre que nos ha capacitado a todos para amar; la misma que, derramada por todos, ha hecho a todos los hombres dignos del amor, en particular, a los más débiles y necesitados. Feliz domingo.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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