El Señor revela a las naciones su justicia

Carta del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, en el XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

¡Cuánta gente se acerca a Jesús! Las llamadas y los gritos de auxilio son constantes para llamar la atención de Nuestro Señor y Jesús no pasa de largo, se detiene, les escucha y les atiende con la serenidad de Dios, pero en un clima de absoluta sencillez, sin llamar la atención. En el Evangelio de este domingo pasa casi desapercibido, que entre los diez leprosos que pedían la curación, uno de ellos era samaritano, el cual se señaló como el único que volvió para darle las gracias a Jesús. Es otro ejemplo escondido de un corazón grande y agradecido, que si bien es verdad, que el Señor destacó al buen samaritano que ayudó a un herido y maltratado en el camino, éste tampoco se quedó atrás por su buen corazón, dejando una lección: que los “despreciados” han venido a dar las mejores lecciones de humanidad, en silencio.

En el camino, el Señor no se cansa de ofrecer a todos la salvación como el mayor de los regalos, pero, ¿quién le escucha? Los mismos signos que iba haciendo llamaban la atención de muchos que le seguían, pero les costaba entender por falta de fe. En la segunda lectura, el apóstol Pablo exhorta a Timoteo a perseverar en la fe siempre, aún en medio de las dificultades y que aprenda de Jesús para no cansarse de hacer el bien, que perdone siempre y vaya en busca de los alejados para ofrecerles el consuelo de la misericordia de Dios. Hoy también el Señor sale a nuestras vidas para ofrecernos trabajo: evangelizar, anunciar la grandeza de Dios, que todo el mundo conozca a Nuestro Señor, Resucitado de entre los muertos. Hay que espabilarse y tener recursos para que llegue a todos el Evangelio, porque lamentablemente estamos sometidos a un pertinaz ruido a nuestro alrededor que nos impide oír con claridad la voz de Dios. Este mundo necesita tener noticia de Jesús y saber de su poder salvador, para gritarle, como los leprosos del Evangelio: “Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros” y verse, luego, limpio. ¿Te has planteado que tú mismo podrías ser un mensajero de buenas nuevas, un testigo del Señor, que señala con palabras y con el testimonio de vida dónde encontrarle? Es preciso invitar a nuestros amigos y conocidos a hacer un poco de silencio interior para escuchar lo verdaderamente interesante y valioso. Para esta misión hace falta gente de fe y oídos abiertos.

En las conclusiones del último congreso europeo sobre vocaciones se lee algo que nos hace pensar: “Todo llamado es signo de Jesús: en cierto modo su corazón y sus manos continúan abrazando a los pequeños, curando a los enfermos, reconciliando a los pecadores y dejándose clavar en la cruz por amor de todos. Por esto es el Señor Jesús el formador de aquellos que llama, el único que puede plasmar en ellos sus mismos sentimientos”. Jesús nos muestra el corazón de Dios, la dignidad de las personas y la grandeza de hacer el bien. Cuando uno tiene experiencia del favor de Dios puede responder con el mismo agradecimiento del leproso del Evangelio de este domingo, o como Naamán, el sirio, de la primera lectura: “En adelante, tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor”.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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