El mandamiento del amor

Escrito de Mons. José Manuel Lorca Planes, Obispo de Cartagena, para el VI Domingo de Pascua.

En este tiempo de Pascua son muchos los signos que nos hablan de la gloria de Dios y de la alegría de ser discípulo. La liturgia de este domingo nos hace detenernos en unas de las páginas más bellas del Evangelio; todo nos habla del gran misterio del amor que vive en la Trinidad y de cómo el amor de Dios se vuelca con nosotros. Esta inmensa fuerza de amor necesita ser correspondida con una adhesión especial por cada uno de nosotros, a la vez que se nos exige amar a los demás. Jesús habita en el corazón de cada hombre para hacerle capaz de amar de verdad y el hombre, amando, se abre cada vez más a Dios. El incrédulo no puede tener esta experiencia, porque se ha separado de la fuente de la vida, porque se ha negado a escuchar a quien le ofrece gratuitamente la salvación, le ha cerrado las puertas; eso mismo les impidió a fariseos y escribas reconocer el amor de Dios. San Juan de la Cruz nos muestra la pedagogía del camino para responder a Dios y a los hermanos, él dice que «la fe son los pies que llevan a Dios al alma, mientras que el amor es el orientador que la encamina» (Cántico espiritual, 1,11). La fe y el amor, tan sencillo, tan contundente.

En la Iglesia se tiene levantada la antorcha de la bondad, de la misericordia y de la ternura de Dios con muchas horas dedicadas a servir a los hermanos en una larguísima lista de proyectos de caridad, sería imposible enumerarlos, porque el amor no tiene fronteras, ni suele ir cacareando las buenas obras que hace, ya que va acompañado de la prudencia, el silencio y la discreción. Acercaos a Cáritas o a otras instituciones de caridad y ved que los proyectos de la caridad abarcan a la persona en su totalidad y en sus circunstancias: desde el cuidado, promoción, educación, atención, seguimiento y ayuda a los niños, jóvenes, adultos, ancianos y enfermos. Repito, la caridad no tiene fronteras, no tiene en cuenta los credos, ni el color de piel, no se mira la opción política, ni otra particularidad que nos impida atender a los pobres, a la persona que tiene necesidad. La razón de este modo de proceder la escuchamos en las lecturas de este domingo, el mandamiento del amor: Amar a Dios y al prójimo. El Señor nos ha enseñado a tener siempre la puerta abierta para la humanidad y permanece presente, cercano, providente, santo y misericordioso… Como os dije el día de nuestro encuentro diocesano, os invito a hacer un recorrido por las obras de caridad de la Diócesis para que podáis dar gracias al conocer nuestro mayor y más hermoso patrimonio: el amor al prójimo y la caridad viva.

La caridad es la mejor predicación, es consecuencia de haber sido testigo de la acción de Jesucristo en tu vida, de haberte dejado sorprender por Él y de haber seguido un proceso de maduración en la fe. Habrás comprobado que ya no eres el mismo, que tu vida ha cambiado, ahora eres un testigo y sientes la necesidad de la misión, de dar a conocer al autor de la vida. En este momento verás también cómo no te sentirás solo en la tarea, porque Dios te dará la fuerza de lo alto, por medio de la acción del Espíritu. Que Dios os bendiga.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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