Dios es compasivo y misericordioso

En este domingo podremos ver cómo Jesús va asentando los fundamentos para la expansión del Reino de Dios y les explica a los discípulos, con todo detalle, los pormenores del estilo de vida que se espera de ellos. En primer lugar, antes de continuar con el Evangelio, tendremos que atender a la primera lectura que nos propone la liturgia, donde se nos cuenta la nobleza y magnanimidad de David, que fue capaz de rechazar la tentación de dar muerte al rey Saúl, que le perseguía para quitarle la vida. David rechazó la tentación por respeto al ungido por el Señor (1Sam 26, 7-9). Aquí hay una razón heroica de misericordia y de perdón, no se dejó llevar de la pasión de los que le animaban a acabar con Saúl, no quiso manchar de sangre sus manos. Viendo este ejemplo comprenderemos las palabras de Jesús que nos invitan a la confianza en Dios, a amar incluso a los que no quieren nuestro bien.

En la predicación del Reino, Jesús tiene palabras que marcan un estilo de vida, una manera de ser y actuar para todo discípulo: la compasión y la misericordia como un camino de santidad, junto con el propósito de querer lo que quiere Dios. Esta es la razón que mueve a un discípulo de Cristo, saber que nuestra vida está en las manos del Señor y que quien confía en Dios sale siempre adelante, pero sin olvidar que Dios es compasivo, clemente y misericordioso.

Jesús predica con la Palabra y con el ejemplo la misericordia entrañable del Padre, su gracia salvadora, su cercanía a todo el que lo necesita, lo vemos en el Evangelio con los marginados, enfermos, los alejados e incluso con sus perseguidores. San Marcos nos da a conocer en este ejemplo el corazón de Jesús, cuando se encontró ante la enfermedad de un leproso, el evangelista lo señala así: «Compadecido de él -conmovido en el fondo de su ser-, Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”» (Marcos 1, 41). Esto es misericordia, compasión y un amor sin defectos, entregado a todos.

La misericordia de la que se habla en el Nuevo Testamento es como una victoria de la bondad divina sobre el pecado de los hombres. Por esta razón, no es extraño que el Señor nos pida tener los sentimientos de Dios, amar de verdad, perdonar de verdad a todos, pero también a los enemigos; bendecir a los que nos maldicen e injurian; tratar a los demás como nos gustaría que ellos nos tratasen… Se trata de amar, hacer el bien, prestar sin esperar recompensa… Un estilo de vida que no se puede llevar adelante, si Dios no está dentro de nosotros o si hemos apagado la sintonía con Jesús; si no escuchamos la voz de Jesús o no queremos ver su testimonio de vida es imposible aprender este estilo y nos quedaremos con nuestras rutinas, intereses, prejuicios, odios y demás pecados que nos hunden en la oscuridad de la muerte.

La Palabra del Señor nos hace pensar esta semana, no pierdas la oportunidad y guarda silencio, procura volver a escuchar a Jesús y luego, llévalo a la vida.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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