El Rescate, Nuestro Padre Jesús, el Medinaceli… da igual el nombre, cada primer viernes de marzo, decenas de imágenes reciben en todos los rincones de la Región de Murcia a fieles de todas las edades en el tradicional besapié de este día.
Primer viernes de marzo. El tiempo de Cuaresma ya ha empezado y, en esa preparación hacia la Pascua, muchos fieles se ponen en camino. En varias parroquias, las puertas están abiertas y las colas de devotos y feligreses se prolongan hasta llenar la calle. Quienes guardan la espera avanzan hacia el interior del templo, donde la imagen de Cristo, habitualmente elevada para su contemplación, está cerca, a la altura de los ojos; frente a frente, como lo estaría el propio Cristo en su paso por la tierra. Los fieles, con emoción por la cercanía, se inclinan ante la imagen; un gesto de devoción, de respeto, que expresa una profunda reverencia y el deseo de acompañar a Jesús en el misterio de su pasión.
Este podría ser un instante de los tradicionales besapiés que, el primer viernes de marzo, tienen lugar en numerosas parroquias de la Diócesis y que llegan a ser multitudinarios. Es el caso, por ejemplo, del besapié al Cristo del Rescate, en la Parroquia San Juan Bautista de Murcia, que abrirá desde las 6:30 horas hasta medianoche; o del besapié a Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, en la Parroquia Santa María de Gracia de Cartagena, que se celebrará de las 7:00 a las 22:00 horas. También se realizarán estos actos en pedanías como Corvera (Murcia), en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, que lo celebrará a las 17:00 horas, y serán muchas las parroquias y ermitas de diversas localidades que pondrán la imagen de Cristo frente a los fieles, para que puedan expresar que, en sus vidas, lo reconocen como Señor.
Un gesto con historia
Estos besapiés no son un acto litúrgico, sino «un acto de piedad utilizado para representar una profunda reverencia a las imágenes sagradas; un acto de adoración a Dios en la persona de Cristo o de veneración a su santísima Madre». Así lo explica el sacerdote Carlos Delgado.
Este acto piadoso recoge un gesto, el de besar los pies o las manos en señal de respeto, que viene de muy atrás. Aparece con este significado ya en el libro del Génesis y, durante la Edad Media, era una muestra de reverencia y fidelidad entre vasallos y señores; aunque no fue hasta el pasado siglo cunado este beso se incorporó a la piedad popular. «A principios del siglo XX hubo un movimiento grande en la Iglesia sobre la cuestión de la realeza de Cristo y, por consiguiente, de su Madre, que se plasmó en la constitución de la solemnidad de Cristo Rey por el Papa Pío XI, en 1925», explica Delgado. En esa misma franja temporal fue cuando comenzaron a popularizarse los besamanos y besapiés a imágenes de devoción, una tradición que, desde entonces, convoca a miles de fieles.
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